viernes, 19 de diciembre de 2025

Sección Especial

    Anoche, empujado por los tiempos de la plataforma que le gorroneo a mi amigo Ibai, me lancé a ver la película de Costa-Gavras que lleva por título el mismo que he elegido para esta entrada del blog. Así que quienes tengáis Filmin tenéis hasta el 25 de este mes para verla y deberiais de hacerlo. 

    La película, sexta del realizador y rodada en mil novecientos setenta y cinco, está inspirada en sucesos reales, cómo casi todas las de la primera etapa de este director, y aborda la creación de los tribunales especiales por el régimen de Vichy durante la segunda guerra mundial. De los tejemanejes judiciales de los fascistas galos que colaboraron de bastante buena gana con los ocupantes nazis de Francia. 

    El caso es que en determinados aspectos la película es de una actualidad aplastante, no sólo en nuestro país, si no en cualquiera de este esférico y achatado mundo. El primer aspecto de absoluta actualidad, sin lugar a dudas, es el de las interferencias de la política estatal en las decisiones judiciales. Y es que, se ponga cómo se ponga el espíritu de Montesquieu, los poderes por muy divididos que estén formalmente tienden a revolcarse entre ellos en una orgía incestuosa. Algo que no dejó de pasar con la caída del Antiguo Régimen y el advenimiento de las democracias burguesas. Simplemente se maquilló el asunto para dejar a la mona más elegante pero igual de mona. Y si no que se lo pregunten a Nicola Sacco, Bartolomeu Vanzetti, Assata Shakur o, menos terrible su castigo, las Seis de La Suiza por citar algunos de los casos más sonados de ayer y de hoy. 

    El segundo aspecto sobre el que nos hace reflexionar esta película, por desgracia demasiado poco ponderado entre la militancia actual, es cómo las cuestiones personales, los egos y las ansias de ascensos y reconocimiento público, esas pequeñas corruptelas cotidianas, son la argamasa para que las grandes corrupciones y las grandes tropelias lleguen a buen puerto. 

     A fin de cuentas las profesiones de fiscal y de juez, salvo honrosas excepciones de gente cegada por un idealismo que deposita en el estado de derecho unos valores que sólo existen sobre el papel, son desempeñadas por hombres y mujeres de ideología conservadora, satisfechas con la cuota de poder que el sistema deposita en ellas y con ninguna gana de escuchar cualquier argumento en contra de lo que realmente son, siervos de los que mandan a los que rara vez se atreven a incomodar pero implacables con aquellos a quien se ha designado para su sacrificio. Generalmente lxs hijxs de la clase obrera organizada y los deshechos sociales del lumpen. Jueces y fiscales son, en definitiva, gentes agradecidas con quien les da de comer y deseosos de caricias en el lomo en forma de ascensos y tribunales superiores. 

    Por último, y no por ello menos importante, esta película nos sirve como reflexión a la par que cómo munición ante uno de esos debates que la derecha cavernícola se empeña en desenterrar cada cierto tiempo cómo es el de las “Chekas” y la justicia en periodos revolucionarios. En su discurso contraponen una justicia burguesa, estatal y aséptica frente a las formas de actuación del pueblo a las que se acusa de vengativas, carentes de base procesal y excesivamente sangrientas. Un debate maniqueo y amañado desde ese poder que necesita legitimar su monopolio de la violencia y que se salta sus propias normas siempre que lo considere oportuno, como nos muestra Costa-Gavras de manera magistral. 

     La película, para ir cerrando el tema y no destriparla innecesariamente, nos plantea todo esto sin ningún tipo de morbo ni escenas desagradables. Casi exclusivamente desde la perspectiva del mundillo de la judicatura y sin el regusto excesivamente amargo que el cine social y político suele dejarnos. 

      Dadle una oportunidad. A las malas nos sirve como excusa para unas mirindas y una buena discusión.

     Ahí os dejo un enlace con la ficha técnica de la pelicula. https://www.filmaffinity.com/es/film880027.html