Mostrando entradas con la etiqueta Mi barrio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mi barrio. Mostrar todas las entradas

martes, 8 de julio de 2025

Adiós y, sobre todo, gracias

 

Llega el verano y, con el verano, llegan las canciones horteras, las noches sin dormir, los amores tórridos entre la gente joven y los duelos. Si, los duelos. Porque, en nuestro país al menos, la llegada del verano viene acompañada de finales de ciclo vital. Finales de curso y finales de temporada, que suponen muchas veces la ruptura con una etapa y con mucha gente a la que, en esta sociedad urbana, la mayoría de las veces, dejaremos de ver para siempre o casi. Es cómo un rito de paso.


En mi caso, además, los duelos más difíciles ya sea por ruptura amorosa, fallecimientos de seres queridos y cambios de etapa se han producido, por caprichos del destino, casi siempre en verano o a sus puertas. Este año se ha vuelto a repetir.


El doce de junio, después de once o doce años, no lo se muy bien, he cerrado mi andadura en Alacrán. Quienes me conocéis bien sabéis de sobra lo importante que era para mi ese proyecto que, de hecho, ha sido en el que más tiempo he estado y al que más energía he dedicado en toda mi vida militante.

No voy a entrar demasiado en los motivos porque no nos aportaría demasiado. La historia la resumiría fenomenal cierta canción de Mercedes Sosa.


Una parte importante de la gente que gestiona el proyecto ha decidido un camino para Alacrán que yo no comparto y, dado que son mayoría, y no quiero militar en un espacio en cuyo día a día no estoy de acuerdo, por mi salud mental y por la del resto, he decidido que me voy. No voy a quedarme para generar frustración, dolor y enfado mutuo que acabe en rupturas insanas y que puedan dañar a un proyecto al que he dado tanto y que, al dejarlo, he llorado tanto también.


Sólo el tiempo dirá que camino era el mejor para Alacrán pero, desde luego, mi decisión es la correcta.

He pasado toda mi vida adulta intentando, con más o menos habilidad, construir un mundo mejor. Peleando junto a cuatro gatos contra molinos que resultaron ser gigantes, en batallas dónde la razón y la justicia casi siempre estaban de nuestro lado y la fuerza para ganarlas no.


Mi primer acto militante fue a los catorce y, de manera constante, empecé estar organizado un año después, a los quince. Menos en partidos políticos, grupos ecologistas, organizaciones armadas y, por motivos obvios, colectivos feministas creo que he tocado todos los palos posibles. Siempre con una visión anarquista de la vida y de la lucha que, una vez más, como cantaba la cantautora argentina, nunca ha sido la misma.


Son ya más de treinta años peleando a la contra en los que hemos vivido muchas derrotas, algunas, pocas, maravillosas victorias y en las que gran parte de la que la gente con la que empecé, puede que la mayoría, decidieron que su vida valía más que una lucha romántica con más penas que glorias y evolucionaron hacía una vida, si no más feliz, al menos espero que más tranquila.


Con este bagaje, carente del glamour de quienes asaltaron el palacio de invierno en 1917, colectivizaron el campo aragonés durante la mal llamada revolución española o entraron en Managua en el verano del 79, puedo decir que lo mejor que he hecho en mi vida ha sido mi trabajo con la chavalada de Alacrán. Un trabajo que yo sólo no hubiese podido hacer. Esta colaboración merece un reconocimiento a todas esas personas que hicimos este camino juntxs.


La primera persona a quien debo dar las gracias es a Rubén. Ahora ya no hay amistad y, sospecho, que quizá nunca se recupere pero me niego a permitir que un mal final eclipse todo lo bueno que hubo antes, durante treinta años en común. El hizo que me incorporase a Alacrán. Primero en apoyo escolar, luego como socio y entrenador y, finalmente, con una insistencia terrible, a la junta directiva. Sin todos esos anzuelos que yo piqué con gusto jamás estaríamos aquí ni habría conocido a una gente joven tan perdida como maravillosa. Así que, sin dudarlo, gracias.


Después de Rubén, como no, está Cambro. Me pregunto, cómo cantaba Silvio, “Si alguien roba comida y después da la vida¿qué hacer?”. Y me respondo, una vez más, que una cosa es la dureza merecida de la pena dictada y otra, inaceptable, negar todo lo bueno que hizo hasta entonces. Sin el y sin Silvia quizá nunca hubiesemos tenido una categoría femenina más allá del senior. Esa puerta que abrieron nunca sabremos a ciencia cierta cuantas adolescencias ha ayudado a mejorar. Además, pese a todo, fuiste un gran coordinador de entrenadores en el aspecto humano y se te echa en falta.


A Silvia debo darle las gracias por recoger el guante. Por volver cuando lo propuse y por el casi año en la junta. Un año bastante difícil, la verdad. No comparto el camino elegido pero sigo pensando que tiene un gran corazón. Que menos que desear suerte a quien tiene en sus manos el fruto de tanto trabajo colectivo.

Cómo no a Charly, amigo de la adolescencia, compañero de mesa de juego e ideales de vida, pareja de baile en los banquillos masculinos durante un tiempo sin cuya mirada, a ratos, hubiera creído estar volviéndome loco en los últimos tiempos. Gracias por las conversaciones, las devoluciones y tus puntos de vista.

La última “adulta” alacranera a quien quiero agradecer aquí y ahora es a Begoña, la cara de la entidad en la cabalgata. Siempre he sospechado que mi primer año de apoyo tuvo que desplegar tanta paciencia, o más, conmigo que con lxs crixs y, tiempo después, siempre fue un báculo cuando la necesitamos en los tiempos duros que nos tocó bandear en la junta.


Una vez cerrado el capítulo de lxs adultxs, y estando seguro de que me dejo gente digna de ser mencionada, pasaré a dar las gracias a quienes dan sentido a todo esto, la chavaleria.


No olvidaré nunca a Roberto, mi primer segundo, el único que no llegó nunca tarde a ningún partido o entrenamiento, salvo el día que nos dieron el titulo de sub campeonas de liga. Eres un grande.


Ni a Juan Peta que más que un equipo de fútbol sala parecía, por lo que sea, que entrenaba opositoras a policía. Gracias, como no, por la mudanza del año pasado. Y por el cariño que me has devuelto, exactamente igual que Clavijo, Raúl, Joni, Eva, Aimen, Isa, Óscar Molina, Óscar llorón, Vero, y Maxi, allá por dónde andes.


Gracias a ti también Lore que, desde el desconocimiento mutuo y las dudas iniciales, confiaste en mi y montamos uno de los mejores equipos técnicos que ha visto Alacrán. Sólo se nos escapó Gloria, que nos dejó, para irse a trabajar, sin su risa y su perreo en los corners, justo antes de que ganasemos la liga invictas.


A mi pitbull, que en seis años hemos pasado de no querer estudiar ni hablar las cosas porque NO VALE PARA NADA, a tener la EVAU hecha y ser una cotorrilla cabreada que hasta me llama por teléfono para cotillear por los parques de Hortaleza.


Qué decirte Irina que no sepas tu ya y todo Alacrán. Seis años de broncas, gruñidos, confrontaciones, lagrimas y gritos para acabar entrenando juntos a las gremlins del infantil llevando tu la batuta, con Hugo cómo escudero. Verte de entrenadora, cuidando a las niñas, gestionando tu competitividad de manera magistral, escuchando sus necesidades, controlando las frustraciones propias y ajenas y, sobre todo, aplicando tu todas las cosas que como jugadora me decías que no valían para nada ha sido la leche.


Y a Aida. Nunca te he entrenado y, sin embargo, con dos gestos me dejaste claro que he hecho algunas cosas bien con la adolescencia de este club. Gracias por confiar en mi, por escucharme, por los kebabs y por mantenerme al tanto de los por menores de tu tracto intestinal, eso une mucho.


Por último, claro está, gracias infinitas a las jugadoras que han entrenado en el Conde de Orgáz esta temporada 24/25.


A las infantiles que venían con cartel de complicadas y sólo necesitabais un poco de energía positiva, a las cadetes a las que no entrenaba yo pero que siempre me lo pusisteis fácil, menos en los partidos oficiales contra vosotras. Os voy a echar de menos, sobre todo a Lydia, Daniela (os pongo juntas, si) Dijana y Pybon (Paula e Ybonne, ellas saben el porqué). Y, evidentemente, al juvenil y las tres mayores acopladas.


No era fácil. Muchas jugadoras nuevas, muchas expectativas por el año anterior y muchas mochilas llenas de problemas. Os lo dije en persona el día que nos eliminaron de copa y lo diré siempre. Era un equipo llamado a no existir en enero pero seguisteis. Lo disteis todo en el campo pero, sobre todo, y eso es lo importante, fuera, en el día a día y entre vosotrxs.


Así que Bombera (Alba), Patatitas (Dulce), Daniela, Patas Cortas (Eli), Esperanza (gracias por esas pedazo de cartas), Minera (Ilune), Purpurino (Hugo), La hetero (Luisa), Ainara, Idaira, Carolyne, Lucía, Iris, Zaira, Noa e Irina, sencillamente, gracias por todos estos años y por las preciosas palabras que me dedicasteis.


Palabras que ahora, con vuestro permiso ya confirmado, voy a reproducir aquí para todas aquellas personas que me quieren, me leen y no pudieron estar cuando lloré escuchándoos.


Lo que escribisteis de fiesta, a la seis de la mañana, en las fiestas de Hortaleza, lo copio aquí, con mi nombre cambiado. La otra despedida, más descansadas y un poquito menos eufóricas, que os vinisteis muy arriba,la que me leísteis en el local la pongo en la foto que acompaña la entrada.


Vamos al lio:


El juvenil femenino, campeonxs de liga
Skinhead chocolatero, qué vamos a decir que ya no sepas. Grupalmente agradecemos toda la ayuda que nos has dado. En los momentos buenos pero, sobretodo, en los momentos malos ya que no todo el mundo se queda en esos momentos difíciles. Por alegrarnos el día, con una simple broma tuya, con motes como Purpurino, Patatitas o el mítico Seventwice.

Tu eres realmente la viva imagen de Alacrán. Debido a tu empatía has generado que todo el mundo te quiera. por tu disponibilidad hacia nosotras incluso un sábado a las tres de la madrugada (nada turbio) y también por la forma en que transmites lo que piensas sin gritarnos ni condicionar nuestra opinión.

Al final de esta temporada nos has transmitido lo orgulloso que estás de nosotras por seguir unidas a pesar de todos los problemas que tuvimos pero la verdadera razón por la que seguimos adelante es porque tenemos el mejor puto entrenador que puede haber, el verdadero pilar de este equipo y esta asociación.

Contigo hemos empezado y cerrado la etapa de adolescencia, siendo tanto nuestro entrenador como psicólogo, ayudándonos a madurar y expresar nuestros sentimientos de una forma sana. Te queremos skineto, nunca se nos olvidaran estos años.

Y skineto, aunque eres un poco tontito, te queremos con nuestro corazoncito.”


Para terminar decir que se que me dejo a mucha gente sin mencionar. A mucha chavalada que quizá se siente reflejada y a otra chavalada a la que no supe llegar, o la cagué y les hice daño. Porque a fin de cuentas somos mortales y metemos la pata, aunque sea con la mejor intención. Pero no puedo, ni quiero, citar a todo el mundo.


A quienes fallé, pediros disculpas por no haber sabido hacerlo mejor.


Y a quienes si llegué, aunque fuese un poco, daros las gracias también. Habéis sido más de doscientxs chicxs en este periodo entre aulas y campos. Compartiendo derrotas deportivas, males de amores, problemas en casa, resultados académicos (muchas veces catastróficos), dudas y miedo al futuro en tiempos de mierda, con una pandemia, campas urbanos, peleas, llantos y risas. También muchas risas. Os debo un montón.


Gracias por todo. Por aguantar mis liosos entrenamientos, mis despistes en los partidos, mis cagadas en los cambios, mis chapas en los entrenamientos y después de los partidos, mis enfados y mi humor sarcástico, políticamente incorrecto. Gracias por aceptarme como soy y abrirme vuestro corazón. Gracias por demostrar de nuevo, sin saberlo ni habéroslo propuesto, que lxs anarquistas tenemos razón y que la educación y el ejemplo son el único camino.


No hay mayor alegría, ni mayor honor, para un adulto con dos dedos de frente que el que un grupo de adolescentes crucen la calle para saludarle, darle un abrazo y ponerle al día de sus cosas. Aunque nunca los haya entrenado. Me lo habéis concedido durante los últimos doce años. Incluso gente que nunca estuvo en la entidad y me conocieron por vosotrxs.


Termina mi etapa en Alacrán. Mi primer fin de ciclo vital en años dónde me voy con la conciencia satisfecha y la certeza, os la debo, de que he hecho razonablemente bien las cosas. Pero no termina mi compromiso con vosotrxs. Sabéis donde encontrarme.


Nos veremos por las calles y por los campos.


Un abrazo.

Segunda carta de despedida




domingo, 1 de noviembre de 2020

Juventud sin presente

Tengo la sensación de que me hago viejo. Es un hecho que cada uno se hace viejo a su manera. Si ciertos amigos de Alicante lo han notado en una necesidad de revisar su pasado militante para escribir un libro y Arwen Undomiel lo sentía en el agua, lo sentía en la tierra y lo olía en el aire, yo me lo noto en que siento que me repito más que el ajo, como los viejos.

Es cierto que también puede ser, éste comportamiento, un acto de heroica resistencia frente a lo que Bauman llamó sociedad líquida. Una sociedad donde nada perdura, siempre hay que estar renovando las cosas y el consumismo se ha trasladado también, y sobre todo, a las relaciones humanas. Pero como Bauman era un viejo es perfectamente posible que ambas opciones sean complementarias.

El caso es que una de esas cosas que repito muy a menudo es la máxima de que el pueblo es ignorante pero no idiota. No puede no ser ignorante porque desde que perdió la guerra civil el pueblo, me repito, la gran victoria de las clases dominantes y sus capataces de finca, llamados eufemisticamente gobiernos, ha sido la de lograr que las trabajadoras y trabajadores de éste país no sientan ningún interés por la cultura. Que carezcan de inquietudes y, por tanto, de rebeldía.

En esto todos los gobiernos han coincidido y es lógico. A fin de cuentas los pueblos son como el mar. Cuando uno lo mira de lejos es maravilloso ver su fuerza, escuchar su furia y admirar sus grandes olas sacudiendo y erosionando las rocas. Pero cuando uno está sobre su superficie lo que quiere es que sea manso y transparente como los océanos de postal.

Una parte importante del pueblo siempre poco valorada es la juventud. A la juventud se apela para vender productos a pitopausicos, escribir programas electorales y, llegado el caso, para morir en las guerras. Pero no se la escucha. Nunca. Ni si quiera en las organizaciones supuestamente revolucionarias se deja espacio para que los jóvenes se expresen, experimenten, se equivoquen y aprendan. Los que obedecen promocionan, los que molestan tienen la puerta abierta y el futuro cerrado.

Durante los últimos meses, desde que el Covid vino a amenizar nuestras vidas, la juventud española que ya estaba bastante machacada ha sido uno de los sectores sociales más castigados. Encerrados, silenciados y ahora culpabilizados por un sistema que apenas si comprenden y que ha generado el solito los males de los que acusa a quienes no pueden,aún, defenderse.


Pero no son idiotas.

El otro día hablaba con Ramón. Ramón es un muchacho, cumplió los dieciocho el jueves pasado, que conocí en mi primer año como entrenador en Alacrán y que ésta temporada se ha animado a ayudarme a entrenar a las chicas de doce a quince. Le he visto holgazanear y crecer. Ambas de manera impresionante.

No solo sabe mucho de fútbol. Además tiene la cabeza bastante bien organizada. Poco amueblada, si, porque se ha criado en esta sociedad de trabajado analfabetismo funcional, pero con mucho sentido común.

El otro día, charlando de todo un poco después de despachar a las alacranas a su casa, compartía una de sus reflexiones conmigo. “¿Porqué no podemos estar siete amigos en el parque, a las once de la noche, con las mascarillas puestas y luego veo a la gente en los debates de la tele hablándose a gritos y sin mascarilla?” Ese día aún tenía diecisiete años. No le parecía bien, ni justo, aunque les hiciesen PCR antes a los tertulianos. Me repito  No son idiotas.

La conversación con Ramón, con quien siempre aprendo alguna cosa, me sirvió para confirmar lo mal que lo están pasando. Lo que sospechaba de comentarios, miradas, silencios y desapariciones. La espiral de los últimos años años se está agudizando. Puede que estos chavales nunca sepan quienes son Zizek o Naomi Klein, ni hablen como ellos. Pero saben de lo que hablan porque lo sienten en sus carnes cada día.

Nuestros jóvenes, los nacidos en los últimos veinticinco años, quizá más o quizá menos, son dos generaciones criadas sin más expectativas que la esclavitud salarial. Si los hijos de la transición y del fin del bloque soviético alcanzamos a ser engañados con la mentira de que con esfuerzo y una gota de suerte viviríamos mejor que nuestros padres los nacidos en las últimas décadas no han tenido ni ese espejismo.

Se les exige un trabajo constante, con una jornada laboral de unas treinta y cinco horas semanales en el instituto y el colegio y una incalculable cantidad de horas extra a la salida del mismo (deberes, refuerzos, academias de idiomas...), a cambio de que quizá, aquellos que no se queden por el camino, tendrán un trabajo de mierda. Sin caretas. Sin sonrisa Profiden. Sin mentiras. Y sin presente. Por que esta juventud no solo ya no tiene futuro, además les estamos robando el presente.
 

 Los niños y las jóvenes aprenden lo que viven, no los sermones que se les sueltan. Si se desconfía de ellos, desconfiaran. Si se les ignora, nos ignoraran. Si les castigamos, en cuanto puedan, ya sabéis lo que nos pasará.

No voy a apelar a ningún gobierno, ni a ningún partido, porque en el ADN de los mismos no está el escuchar al pueblo como no está en el ADN de un tiburón blanco el comer coles de Bruselas. Voy a apelar a quienes aún quieren, de verdad, un mundo mejor. A quienes leyendo mi blog estéis de acuerdo, lo compartáis o no (por si no queda claro era un comentario publicitario).

Tenemos que dejar de exigirles como adultos y castigarles como a niños. Los que tenemos conciencia social, lo que quiera que sea eso en cada caso, no podemos permitir que la generación que no defendió sus derechos ahora castigue y machaque a la generación de sus propios hijos por ello.

La chavalada hoy en día necesita dejar de ser invisible. Dejar de ser sospechosa. 

Necesita respeto,confianza y cariño . Para empezar, ser escuchada. No oída e ignorada como hacen muchos trabajadores sociales que dan soluciones imposibles para realidades ignoradas. Escuchada en profundidad y conciencia. Dejar que experimenten, que opinen, que rían y que nos tengan a su lado como apoyo cuando se equivoquen.

Cualquier otra cosa es abonar el nuevo totalitarismo. Entrenar a nuestros verdugos, geriatras o carceleros. Pardos o con coleta.

viernes, 15 de mayo de 2020

Cine, chavalas y subvenciones

Despertar el interés de una parte de la chavalería adolescente por cuestiones que estén fuera de lo que está de moda en el momento es francamente difícil. Si además es por algo relacionado con los estudios es casi imposible. Si hablamos ya del sector de la adolescencia como el que temenos mayoritariamente en Alacrán la tarea empieza a estar al nivel de una epopeya clásica.

Una de nuestras actividades son clases de apoyo, tanto dentro como fuera de colegios e institutos públicos de nuestro distrito. Durante cinco años forme parte de los grupos de la asociación que impartía estas clases.

El tema de las clases de apoyo, la verdad, daría para horas de charla y decenas de entradas en blogs, así que voy a tratar de no dispersarme demasiado, que ya me ha dicho gente que sabe de esto más que yo que hago entradas muy largas.

        El primer gran desafío que yo me encontré, una vez asumido que las clases de apoyo que dábamos como asociación a chavales de mi barrio no me iban a permitir emular  a Robín Williams en El club de los poetas muertos, fue el de llamar la atención y lograr despertar interés en grupos de chavales y chavalas que no solo están haciendo horas extras no remuneradas, sino que la mayoría de ell@s sienten con mayor o menor grado de  realismo que su futuro es bastante oscuro y van a esas clases con la misma ilusión con la que cualquiera va a pagar una multa de tráfico.

Con esta coyuntura, hace ya cuatro cursos, se me dio una oportunidad fruto de la casualidad. Una de las chicas de mi grupo asignado, muy maja, de buen corazón pero muy perdida y desatendida en casa, resulto apellidarse como un histórico poco conocido del anarquismo español. En la clase de al lado, una de sus mejores amigas en aquél momento, que se pasaba el día escaqueándose para acoplarse a mi grupo y poder estar juntas se apellidaba como otro sujeto del mismo movimiento y del mismo periodo. Ambos también unos piezas de cuidado. Descartado el parentesco directo se me ocurrió un juego.

Un día que no estaban haciendo ni el huevo más allá de hablar de chicos, programas basura de TV y actividades poco recomendables para mujeres de su edad, es decir un día como cualquier otro en nuestra vida de absurdos prolongadores de jornada, les lancé un desafío.

Era miércoles. Si para la siguiente clase, el lunes, eran capaces de averiguar y explicarnos en el aula, que dos personajes de la historia de España poco conocidos pero a mi juicio importantes, se apellidaban como ellas dos las invitaba al cine y a merendar. Se podían sumar al reto quienes quisieran en clase. No era fácil y reconozco que no daba un duro por que lo buscaran.


El lunes llegaron excitadísimas. Eran cuatro en total las que se habían puesto a la faena. Era evidente que alguien las había ayudado y lo llevaban todo mal apuntado en un papel. Atropelladamente explicaron  de manera correcta quien era el albañil madrileño que llegó a coronel durante la guerra civil. Ese era el fácil. Del segundo apellido solo supieron darme el título de un libro que hablaba sobre el sujeto en cuestión. Me pareció suficiente.
El no abuelo de una de ellas

Un par de semanas después cumplí la promesa y nos fuimos las cinco a un centro comercial del barrio. Eligieron Alicia a través del espejo y no me aceptaron la merienda. He de decir que nunca más he logrado que ninguno de los chavales ni chavales me ganen en un reto de estos, y lo he intentado varias veces.

De aquella sesión de cine salí con varias lecciones aprendidas. No conseguí que apagasen los móviles, solo que los silenciaran. A una de ellas hubo que dejarle al entrada en la taquilla a su nombre porque llegó tarde quince minutos. No pararon de hablar en casi ningún momento y a ratos miraban el aparato de Satanás porque les entraban mensajes y mierdas.  El siguiente día en clase me contaban que ven las series en el móvil y, con suerte, en una tablet. Dos no recordaban haber ido nunca al cine. Carecían por completo de cultura cinematográfica.

Reflexioné mucho en su momento y estas ultimas semanas me he acordado de esta vivencia. Sobre todo a raíz de las peticiones de ayuda legítimas de colectivos de trabajadores del espectáculo.

El problema de la “cultura” en éste país es un problema de raíces profundas, muchas de las cuales desconozco, aunque le veo paralelismos con otros ámbitos de la vida y la política cotidiana. 
El problema enorme que tenemos en España con la caída libre de las artes, de todas, no se va a solucionar con un plan de subvenciones para el cine y la música que para colmo, como bien señalan algunos interesados, se quedará corto y solo llegará a los grandes nombres dejando a la mayoría en el paro por tiempo indefinido.

El problema en nuestra sociedad no es que los museos, los cines y los conciertos sean caros, que lo son.

El verdadero problema con mayúsculas en este país es que la cultura no interesa a las élites que la perciben, en el mejor de los casos, desde un snobismo interesado y patrimonialista o, en el peor, como una perdida de tiempo de rojos y bohemios. Y lo que no interesa cuidar a las élites, en una sociedad alienada, apenas le interesa a nadie más.

Pienso que no se puede cuidar lo que no se ama. Y no se puede amar lo que no se conoce. No se conocen el teatro, la pintura, el cine, la música, la escultura, la arquitectura, la poesía, la gastronomía, la literatura, el deporte, la costura, ni nada en la vida con visitas formales y rutinarias, anuales, a estos espacios.

Son excepciones los muchachos y muchachas,como decía una amiga con la que compartí esta reflexión, que se puedan de verdad interesar en la opera porque una vez en su vida el instituto les lleve al Teatro Real a ver Turandot o Carmen.  Servirá, no lo dudo, para llenar las sesiones, pagar nominas y justificar algunos proyectos, pero no deja de ser pan para hoy hambre para mañana.


Cuando yo estudié imagen (sin sonido) nos hicieron pasar por todas las ramas de la profesión. Cámara (en grúa, hombro, fija...), realización, dirección, guión, luz, montaje en mesa y montaje digital. Así descubrí lo fascinante, para mi, de ésta última disciplina. A ningún médico se le pide que elija especialización sin haber rotado antes por todas.  Con la cultura pasa lo mismo.


Si queremos salvar, quienes apostamos por un mundo mejor, por una sociedad socialista de base, las artes y a quienes las hacen posible tenemos que salvar la educación.  Quitar horas lectivas de inglés, matemáticas y otras asignaturas “útiles”. Dejar de concebir los centros educativos públicos como fabricas que forman trabajadores sumisos para el futuro y pelear que la salud y el arte formen parte permanente de la curricula.

Solo cuando escriban, pinten, esculpan, realicen, compongan, graben.... sentirán y valoraran todo eso como suyo. Hace tiempo que llegó el momento de dejar a mirar a los de arriba, instalados y satisfechos pidiendo migajas y ayudas para volver a mirar a los lados y hacía atrás para transmitir enseñanzas.

Entiendo y respeto las demandas de los colectivos afectados en el mundo de la cultura en su lucha por la supervivencia inmediata, solo planteo que o ampliamos la profundidad de nuestras exigencias, de nuestras luchas, y las engarzamos con las demás luchas y los objetivos de una nueva sociedad o estamos perdidos.

Puede que no hoy, ni mañana, pero si un día próximo y para siempre.


lunes, 9 de diciembre de 2019

Y nos respetó la lluvia

Ayer fue un buen día.

Cuando desperté había una niebla cerrada, preciosa. Pasee a Jack entre la bruma, con la autopista invisible casi en silencio y reflexionando sobre lo que tenía por delante. En circunstancias normales la aparición de este fenómeno atmosférico, tan inusual en nuestra ciudad, me llena de alegría y la disfruto como si volviese a ser un chiquillo ensoñando monstruos y aventuras más allá de donde alcanza la vista.

Pero ayer era diferente. Había convocada una concentración de repulsa por el ataque fascista contra uno de los centros para menores de mi barrio y yo no las tenía todas conmigo. El barrio lleva años calentito con el tema de la delincuencia supuestamente provocada por estos chavales. Se había convocado un domingo de puente, siendo hoy lunes festivo, después de haber cancelado una más precipitada el jueves y había posibilidades de lluvia.

Mientras caminaba  en una soledad casi absoluta sentía esa neblina como una broma macabra. Pareciese como si hasta el clima quisiese ocultar la condición de seres humanos, adolescentes, mitad niños mitad hombres, de los chavales atacados menos de una semana antes. Hacerles invisibles a los ojos de sus vecinos involuntarios. Tanto de los que les temen, les respetan, les odian o les apoyan. Como si no tuviesen derecho siquiera a manifestarse por su vida.

Regresé a casa, traté de escribir un rato y cuando faltaban quince minutos para el comienzo oficial de la concentración, bastante inquieto y sin expectativas positivas, partí hacia la puerta del parque Isabel Clara Eugenia.

Este parque, quizá el más bonito del barrio en un distrito con muchas zonas verdes, ha estado, desde que tengo memoria, casi siempre maldito. De hecho aún recuerdo cuando en mi adolescencia Fernando, un compañero de clase en primero de BUP y bastante macarrilla, me contaba que habían tenido que dejar de ir porque algunos de sus amigos, enganchados a la última tanda de víctimas de la heroína, les desvalijaban para poderse meter lo robado por la vena o fumárselo en  una plata.

La primera buena señal fue adelantar a varias vecinas conocidas, armadas de carros de bebé, que iban en esa dirección mientras comprobaba que el horizonte se había abierto y no quedaba ni un ápice de bruma.

La segunda, la que disipó mis reparos, fue comprobar desde lo alto de la calle Felipe Herranz, después de doblar la esquina de la antigua Renault, que a cinco minutos de la hora de comienzo oficial del acto de protesta ya había más de cien personas concentradas.

Sin duda la tercera, y definitiva, señal que hizo que me cambiase el ánimo fue el comprobar a lo largo de la casi hora y media que estuvimos allí que tres cuartas partes de las mujeres y los hombres allí reunidas eramos vecinos del barrio. Claro que me alegró ver a mis hermanos mostoleños, a compañeros anarquistas y de anticapis venidos de Vallecas, Tetuan y otros barrios y hasta a cargos electos que, sinceramente, esperaba que estuvieran de puente. Pero que un domingo de puente después de ver el barrio vació todo el fin de semana, con frio, amenaza de lluvia y toneladas de veneno mediático sobre esos chiquillos hubiésemos casi cuatrocientos hortelanos y hortelanas acompañando a un puñado de chavales con sus pancartas de cartón me pareció una tremenda victoria.

En un barrio con sesenta y dos mil votos,  bastante más del cincuenta por ciento de los emitidos, al trío facha y que llevamos no menos de cinco años con este problema de convivencia convocar a medio millar de personas no es moco de pavo.

No por la convocatoria en si, sino por lo que pone de manifiesto. En Hortaleza, de momento, el movimiento vecinal está consiguiendo de manera más o menos estructurada que el monstruo del odio no se coma la ni conciencia ni la convivencia.

Y lo está haciendo, quien lo hace, desde la humildad y la actitud de escucha.

Quizá la clave esté en que nunca, pese a lo tenso que se ha llegado a poner todo, se le ha negado lo mal que lo están pasandoa los vecinos y vecinas, sobre todo hombres y mujeres mayores.No se les cuestionan sus miedos y sus disgustos mientras se les hace ver que los niños, a fin de cuentas, los muy pocos que delinquen, lo hacen por una pésima gestión de la situación por parte de las instituciones del estado. Y por la vida de mierda que han llevado. Que son tan víctimas como victimarios.

Ayer me fui orgulloso del trabajo de mis vecinas, satisfecho de ver algunos de mis chavales apoyándose entre ellos, confortado por el compromiso de la gente más joven  y contento porque hasta nos respeto la lluvia.



Hoy me he tomado la licencia de desayunar en el bar de al lado para recordar que dura poco la alegría en casa del pobre y las porras que no debería haber pedido han hecho las veces de pastilla roja de Morfeo. Una señora a la que conozco, a mis espaldas, pontificaba que es una vergüenza que se politice lo de los chavales y, remataba, que si tanto les queremos que nos los llevemos vivir con nosotros. Por una vez he contado hasta diez y me he marchado sin abrir la boca.  Luego, en casa, leo que han vuelto a pintar el local de la UVA con amenazas.

 Bueno, si, es verdad. Me han jodido las porras pero no pueden quitarme lo bailado.

miércoles, 19 de junio de 2019

Las alacranas campeonas

Hace unas semanas publiqué este texto sobre el quipo cadete femenino de la Asociación Alacrán 1997 en facebook. Como algunos de mis amigos no estáis en esa red social pero si leeis este blog, os lo cuelgo aquí para que, si os apetece, le echéis un vistazo.

Hace poco menos de un mes Miguel Ezquiaga publicaba un articulo en El País sobre el equipo femenino de Alacrán, concretamente sobre el de la categoría cadete.
Este equipo, con tan solo dos años de andadura, ha pasado una temporada bastante dura.
Debido al poco interés que suscita el deporte femenino, como cualquier otra cosa relativa a quienes no ostentan el privilegio de género, estas muchachas han pasado una temporada entera mezcladas con equipos, muchos, de mujeres dos y tres años mayores que ellas. Se han encontrado polideportivos cerrados, horarios absurdos y hasta en tres ocasiones los arbitros (siempre hombres, muchos de ellos instalados en la más absoluta indolencia) no se han molestado en aparecer. Además, desde el minuto uno, ante las quejas del equipo técnico, compuestos por dos mujeres y un hombre, la respuesta del gestor municipal fue "que había que ver, que este equipo daba más trabajo que todos los equipos de chicos juntos".
No es nuevo. Las mujeres futbolistas estan habituadas a los horarios más tardíos en invierno y, paradojicamente, los horarios de mediodía en verano. A que los arbitros paseen por el campo y les piten como si fuesen domingueros mirando a las ovejas en el campo o que les apaguen los focos a mitad de partido pensando que ya no queda nadie en el polideportivo, entre otras lindezas.
No quiero ni imaginar que pasaría si un gestor deportivo municipal permitiese semejante desdén en polideportivos y arbitros en las ligas masculinas. Rectifico, ni siquiera soy capaz de imaginar a un gestor municipal que no se tome en serio las ligas masculinas.
Ayer este equipo de adolescentes luchadoras, tras un partido de infarto, en los penaltis, y tras desperdiciar una ventaja de dos a cero, eliminó a las campeonas de la liga y se clasificó para la final del torneo primavera.
Hoy, a las ocho y media de la mañana, después del esfuerzo de ayer, de haber pasado toda la tarde del sábado en otro torneo y de haber renunciado (o no) a ir a las fiestas del barrio me las he encontrado calentando en la puerta de un polideportivo, cerrado, para la final que empezaba a las nueve.
Ha sido un partido muy intenso. Muy disputado. Subjetivamente siento que nuestras chicas han jugado bastante mejor contra las segundas de la liga.
Me ha fascinado ver, en un partido, lo que han mejorado en estos dos años de esfuerzo duro y trabajo constante no solo para aprender un deporte, sino para derrotar todas las dificultades institucionales, formales e informales, que les niega el derecho no solo a jugar, sino también a ser respetadas por ello y en ello. No soy su entrenador pero las sigo de cerca y voy a sus entrenamientos a menudo. Se como se lo curran y los problemas, de grupo e individuales, que han superado estos dos años. Asistidas tan solo por unas entrenadoras, que como ellas, aprenden sobre la marcha no solo de futbol, también de psicología practica.
Lo han dado todo. Como siempre.
El momento más emocionante, para mi, ha sido cuando a una de nuestras capitanas la han derribado, por segunda vez, en pleno contra ataque, sola ante la portera, y ha caído de morros al parquet haciendose bastante daño.
La grada, nutrida de familias, ha rugido entre quienes veían falta y no veían nada. Por un momento parecía que el bochorno de progenitores que le roban el protagonismo a la cancha iba a repetirse. Ignorando la decisión arbitral, y consciente que de la magullada capitana estaba bien atendida por entranadoras y compañeras, una de las alacranas ha cruzado todo el polideportivo, desde su banquillo, y se ha plantado delante de uno de los chillones, su padre. Le ha llamado al orden. Cuando éste ha intentado protestar le ha cortado en seco y le ha ordenado de manera cariñosa pero contundente que se callara. Se ha dado la vuelta y se ha ido al banquillo.
No es casualidad. En Alacrán, en su consejo de adolescencia, en la organización de los campamentos y de actividades de formación y ocio esta joven y otras muchas de los equipos cadete y senior hace tiempo que llevan la iniciativa y que nos enseñan, día a día, otra forma de trabajar y construir comunidad.
Mientras las veo jugar y organizarse se me olvidan mi pesimismo vital y político, el teatro de mala calidad que ofrece la casta política (de nuevo o viejo cuño) de este país y hasta el resultado del partido. Y pienso que quizá no estaban tan equivocados aquellos que afirmaban, en otro contexto, eso de que nuestro día llegará.
En el peor de los casos encaro el día con alegría y el futuro con un poco más de optimismo, pese a mis renuncias de ayer.
Os enlazo, una vez más, el mentado articulo.
Un abrazo a todas y buen domingo a tod@s.


Ah, no se me olvidaba, han ganado el torneo