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martes, 5 de agosto de 2025

Cuando la mayoria de los judíos no querían ser colonos. Historia del Bund.

     La primera vez que escuché hablar del Bund fue hace más de diez años. Bueno, en realidad lo leí. Era mencionado con cierta asiduidad en un libro sobre la resistencia armada de los judíos en la Varsovia ocupada por los nazis, y quedé fascinado. 

     La segunda vez que vi una referencia, poco clara eso si, fue en la película “El pianista” del director Roman Polansky que, por cierto, también se mojaba contando algo que en el cine comercial no había sido muy habitual. La estrecha colaboración de los judíos de derechas con las fuerzas nazis a la hora de exterminar a su propio pueblo. La mayoría de ellos miembros o simpatizantes del Bund. 

     Cuando supe a través de Julián Vadillo, prologuista de la edición española, que acababa de salir este libro en castellano corrí a la librería Mar Negro de mi barrio para encargarlo. Este libro, en estos tiempos oscuros en que el sionismo está televisando el genocidio del pueblo palestino, sin que los países poderosos estén haciendo nada por evitarlo, es tan necesario como valiente. Mucho. 

     Necesario porque en la lucha por la libertad es clave no sólo conocer el pasado, si no tener claro que la visión binaria y simplista del mundo es el camino directo a los totalitarismos. En ese sentido este libro da a conocer una parte de la historia sepultada por el poder capitalista actual, por el derrotado bolchevismo en su día, y por el sionismo. La de millones de judíos que no querían abandonar sus países para irse a vivir a Palestina. La de decenas de miles o más, agrupados en torno al partido socialdemócrata ruso judío, que además luchaban por construir el socialismo en Rusia y Polonia con la misma determinación con la que rechazaban el sionismo, adelantándo ya en su visión crítica la tragedia que hoy vivimos. Que, a pesar de todo lo anterior, y su laicismo no renunciaban a su judaísmo. 

     Es valiente porque en esta izquierda del siglo XXI, en que la mayoría de la militancia se comporta como las ovejas de Rebelión en la Granja, algo que les saque de la tranquilidad de la consigna fácil no siempre cae bien. 

    Lo único que le falta a este libro, bastante bien editado, y con un aporte gráfico interesante, son documentos adjuntos que hubiesen permitido profundizar más en los argumentos y las broncas de los bundistas con los sionistas de su época. No obstante entiendo que eso hubiese hecho que el libro superase de largo las quinientas páginas, demasiada apuesta para una pequeña editorial.

    
 Os recomiendo que le deis una oportunidad a pesar de que, en estos tiempos, las tripas nos lleven a no querer leer sobre el sufrimiento pasado de un pueblo al que ahora apelan los genocidas para justificar su barbarie. 

 Leedlo, de verdad. Aunque al principio sólo sea para tener más argumentos os garantizo que os va a sorprender.

viernes, 17 de mayo de 2024

“Café Combat. Laureano Cerrada, anarquista y falsificador” Por Miguel Sarró “Mutis”

 Hace unos años, poco después de lo peor de la pandemia, participe de la presentación de este libro. A raíz de la mentada presentación los redactores de la revista Germinal me pidieron que escribiese una reseña del mismo. Yo me comprometí, no sólo, a hacer la reseña sino que además prometí no publicarla en mi blog de multitudes hasta que la revista no saliese en papel.

Debido a dificultades que no vienen al caso la revista no ha podido salir hasta hace un par de meses y yo no lo he sabido hasta la semana pasada. Y hoy, cumplida mi palabra, la compartiré con vosotrxs.

Muchas cosas han pasado desde que escribí esta presentación literaria, incluía la triste desaparición de la librería y editorial La Malatesta arífice de la primera edición, pero otras buenas han ocurrido desde entonces. Entre ellas, en lo que a este libro se refiere, una traducción al francés, a cuatro manos, de Frank Mintz y Ramón Pino para Editions du Monde Libertaire y una segunda edición en castellano a cargo de la nueva editorial Acracia. 

Hechas estas aclaraciones y sin más preámbulos paso a la reseña de entonces. Espero que os anime a leer el libro.


El libro que reseñaré a continuación, de Miguel Sarró, merece una reseña fuera de lo habitual en este tipo de publicaciones. Necesita, más bien, una presentación al público pero por escrito. Así que, aunque puede que no se ajuste a lo esperado, trataré de decir lo que diría de Mutis y su libro si estuviésemos en una presentación cara a cara. Más que nada porque si no, Café Combat y su autor, no podrán ser valorados con justicia.

Lo primero que tenemos que saber es que Sarró no es historiador. Ni periodista. Su formación académica, inacabada, transcurrió por otros derroteros y, como tantas otras personas cercanas a los movimientos revolucionarios y al anarquismo es un autodidacta movido por la curiosidad y la pasión.

Son esta pasión y esta curiosidad las que hacen que Mutis, hace más de quince años, comenzase la investigación que culmina con la publicación del libro que ahora estamos reseñando. Como otros tantos trabajos la idea inicial no es Cerrada. En un principio el autor está seducido por los grupos de auto defensa confederal durante la República, las brigadas anarquistas de retaguardia en el Madrid sitiado, los grupos clandestinos que cruzan la frontera para golpear al franquismo y, también, las decepciones y las rupturas de las organizaciones libertarias, las caídas que huelen a traición interna, los atentados fallidos contra un Caudillo con demasiada suerte como para no sospechar.  Y así llega a Bayo. Porque, como el autor reconoce, sin Bayo y su libro sobre los atentados fallidos contra Franco su libro no existiría.

Laureano Cerrada aparece en otras obras ya leídas pero no igual. Es aquí donde Cerrada destaca entre los demás exiliados. Envuelto en un aura tan misteriosa como atractiva que lleva a Mutis a obsesionarse con el falsificador. Empieza una carrera frenética contra si mismo por averiguar más y más de este personaje. Y por escribir.

Se obsesiona. Se enamora. Se enferma. Hay muy poco escrito sobre el exilio libertario. Mucho menos aún sobre las actividades clandestinas del mismo. Y no es fácil investigar. La diáspora regó cuatro continentes de militantes y facciones pero la mayoría han muerto. Y, los que viven, no quieren hablar. Sarró insiste hasta lograr que, poco a poco, algunos de ellos bajen la guardia y le concedan audiencia. Más de lo que conseguirá de los archivos policiales franceses que siguen cerrados a día de hoy. Cosas de la democracia.

Combina sus trabajos precarios con viajes y entrevistas. Supera barreras y llega al círculo más personal del protagonista de su estudio, el familiar y el delictivo. En sus ratos libres escribe. Termina un primer manuscrito. Largo, denso, con un enfoque literario, casi teatral, pero que no funciona. No se rinde. Vuelve a empezar sin, error de principiante, dejar de investigar.

Finalmente presenta un segundo trabajo que es el que tenemos a nuestro alcance y que termina editando Lamalatesta de Madrid. Es un libro dividido en dos grandes bloques, notas y bibliografía a parte.

En las primeras cien páginas, de la mano de su protagonista, incursiona en algunos de los episodios más oscuros del exilio confederal y de la relación de algunos de sus miembros con el hampa y las autoridades francesas. En las siguientes cincuenta, en un capítulo titulado Retratos,  nos presenta a gran parte del elenco que participó en todos estos hechos, imprescindibles para no perdernos en este laberinto de siglas, escisiones y actos inconfesables.



El libro sobre Laureano Cerrada es, en realidad, un libro sobre un periodo aún por estudiar.

Aquellos que se acerquen a la obra buscando un trabajo académico, afirmaciones concluyentes o un extenso texto plagado de datos y citas, sin duda, quedarán decepcionados. Pero no es eso lo que buscaba el autor. Este trabajo viene a abrir una puerta a la parte más oscura de un pasado que, por doloroso, el entorno libertario aún no se había atrevido a abrir y que, por hermético, los historiadores ajenos y poco insistentes no habían logrado desbrozar.

Es un libro que abre más interrogantes de las que cierra, es verdad,y que a ratos nos deja con las ganas de saber más, pero no me cabe duda de que tanto el título como el autor y su material serán estación de paso obligado para quienes, en adelante, quieran estudiar ese periodo de las organizaciones y los militantes anarquistas españoles y su supervivencia durante el franquismo.



domingo, 14 de mayo de 2023

Espurgos de domingo III

 Muy buenos días queridas, o no, lectoras del blog en lengua castellana con más faltas de ortografía a esta lado del océano Atlántico.

    Vuelve la sección más deseada y esperada de éste blog y que tenía abandonada desde hace casi tres años.  “Espurgos de domingo”. La sección en la que os aviso de que libros voy a tirar al contenedor de papel y os doy la oportunidad de quedároslos y que tengamos una excusa para vernos. Puede que penséis que esto tiene un punto de tirar de chorbo agenda en plena crisis de los cuarenta, que podría ser, pero si al final el libro no os gusta os lo vais a quitar de encima con bastante más facilidad que esas cándidas que pillasteis en vuestra juventud y que regresan de manera regular pese a que ya no recordéis ni quien tocaba en aquél concierto, ni la cara y el nombre de quien os las obsequió.
    
    Así que si te importan un pimiento los libros de los que me voy a deshacer o, más creíble aún, pasas una mierda de verme el jepeto aunque te mueras por esa edición única de las obras completas Agapito O' Hara Quintanilla editadas en rústico y con grabados, puedes dejar de leer aquí. Gracias por haberlo intentado.

    Hoy os traigo una selección interesante de libros. Puede que no desde el punto de vista del lector medio pero si desde el punto de vista del estudiante de psiquiatría que hace la tesis sobre mi.

    - Homicidio, de David Simon. Si, uno de los guionistas de The Wire y otras joyas televisivas. Tiene una descripción impagable de una calurosa noche de verano en una sala de descanso entre el personal de guardia de un servicio de emergencias. Solo por eso lo he guardado durante años pero ha llegado el momento de dejarle ser libre. Por lo demás, pues como ve un periodista joven, durante un año haciendo de rémora, el funcionamiento del departamento de homicidios de la ciudad de Baltimore.

            - La vida exagerada de Martín Romaña. Éste libro me lo recomendaron en menos de un mes, por parecerles fascinante, un fundador de Traficantes de Sueños, un fundador de Klinamen y uno de la Casika de Móstoles. Si no os parece suficiente sois como Jon Nieve y no sabéis nada. A mi no me pareció para tanto, aunque me reí.

            - Malta, gozo y comino. Hubo un tiempo en que yo no manejaba Internet con fluidez y preparaba viajes que nunca realizaba porque siempre acababa comiendo pupusas y hamburguesas del Wendys en El Salvador. No obstante yo seguía soñando y comprando guías como ésta para viajes que, como me daba miedo viajar solo, nuca realicé.

      - El nacimiento de nuestra fuerza. Víctor Serge es, para mi, uno de los autores que más perplejo me dejan. Cuando habla de política y la revolución, incluida su vida, parece que te metes en una novela que te atrapa de principio a fin. Cuando escribe novelas sobre revolucionarios es como si lo contara el ex presidente de la Generalitat José Montilla, el hombre que de haberse presentado a un concurso de gracia contra una losa de mármol hubiese salido derrotado. Está ambientada en la Barcelona de 1917.      

     - Petros Markaris. Si, es un autor y no un libro, lo se. Pero es que regalo seis novelas y una guía de Atenas escrita por el. Son casi todas sus novelas negras del comisario Jaritos. Generalmente se trata de historias en las que especuladores, políticos corruptos, inversores sin escrúpulos, empresarios, etc, mueren a manos de gente que les odia por como se ganan la vida. Al final siempre pillan a los buenos pero es que supongo que si no nadie le editaría las novelas.
No hace falta quedárselas en lote, solo las que queráis.

    - Fin de ciclo, de Emmanuel Rodríguez e Isidro López. Perteneciente a la colección Insomnios, perdón, Útiles, de Traficantes de Sueños es un libro que sacaron para analizar la crisis económica del 2009 y tal. Ésta el la versión larga porque, si no me equivoco, magnánimos ellos, sacaron una versión para mortales mucho más resumida, con recortables y páginas para colorear. Yo, soberbio que soy, me compré la edición para listillos y creo que la entendí.
Ahora que la crisis vuelve de nuevo es un clásico digno de releerse. Garantizo que mi ejemplar va sin manchas ni restos de comida.

    - El libro rojo de Yomango. Titulo de principios de siglo que explicaba como robar en supermercados y grandes superficies y que animó a muchos jóvenes a usar triquiñuelas para vivir sin trabajar. No es de extrañar que muchos de los fans de este libro hayan terminado de diputados o asesores en partidos políticos.... Ahora que lo pienso creo que debería prenderle fuego.

    - De la guerra. Clásico básico de la filosofía militar desde su publicación en el siglo XIX. Probablemente esté, junto a El Capital de Marx y La riqueza de las naciones de Adam Smith entre los libros más citados y, a la vez, menos leídos por quienes los citan. Se trata de una edición cubana de 1975 en un solo volumen que me traje de La Habana cuando el libro aquí era imposible de encontrar. Desde que el ministerio de defensa lo reedito hace unos años, en dos tomos y con letra para viejunos, no lo necesito. Solo una advertencia, sirve de poco para ganar más a juegos de estrategia de ordenador o tablero.

    - Spirit of 69. No, no es una oda a la postura más sobre valorada del Kama Sutra. Se trata de un libro en inglés sobre la cultura Skin Head. Se lo dejó en mi casa la única skineta con la que me conseguí liar en mis años en activo. Y no, mal pensados, no he montado todo este post para llegar hasta ella con este libro. Dejo de ser rapada, que no amiga, y ya no lo quiso.


    Termino diciendo dos cosas. La primera,se que no estoy demasiado gracioso hoy, pero entre que tengo anginas y estoy en vísperas de un mal aniversario, no doy más de si. Y la segunda es que dentro de tres semanas hacemos mercadillo de libros en el barrio, para sacar pasta para mi asociación de niños sin papeles, invertidas y de  género confuso, así que lo que no hayáis pedido para esa fecha lo venderemos para seguir financiando la decadencia de la cultura occidental. Dicho queda.

 
 

miércoles, 23 de marzo de 2022

Llegaron de noche

 


                                                                        


    Anoche hice una de las mías. Una de mis primas me había invitado al cine. El caso es que le tocaron las entradas en algún tipo de promoción  que yo no tuve muy en cuenta. Con  mi pachorra me planté en la calle Fuencarral, vestido como si fuese a una mani antifa de principios de los 2000 o viniese de robar cobre y tunear coches. Es decir, en chándal Adidas negro, sudadera negra con capucha, y zapatillas deportivas.

En seguida me dí cuenta de que la cosa quizá no era como yo me la había imaginado. La cartelera del cine Paz superviviente, junto al Proyecciones, de la debacle que se llevó por delante Los Minicines, Los Roxy y el Bilbao, no exponía la cinta en cuestión y el cartel de la misma anunciaba su estreno para tres días después. El 25 de marzo.

No es que me preocupe ya demasiado lo que piensen de mi y de como visto, pero reconozco que de haber sabido que íbamos a un preestreno me hubiese puesto ropas que no me hubiesen hecho parecer un extra de una película de Ken Loach entre tanta gente elegante, director y elenco incluid@s.

No fue mi única sorpresa. Acudí a la sala convencido de que la pelí trataba sobre los Jesuitas asesinados y que se centraría principalmente en la magnética figura de Ignacio Ellacuría. Pensaba que abordaría la guerra civil salvadoreña, que quizá haría una pequeña introducción narrativa e histórica y que acabaría con ese crimen de lesa humanidad, por desgracia no el único pero sin duda el más mediático de ese conflicto, que fue la masacre de la UCA.

Como siempre que tengo la oportunidad de ver o leer algo relacionado con el Pulgarcito de América llegué con unas ganas y una curiosidad tan grandes, mucho, como mi suspicacia.

Me tranquilizó bastante, la verdad, que el director Imanol Uribe dijese que su idea había nacido de la lectura del libro Noviembre, de Jorge Galán, porque me pareció un gran trabajo y una gran guía para abordar este tema pero en ese momento, ansioso por que empezase la película y por la desconfianza fruto de la experiencia de otras obras literarias mal tratadas en la gran pantalla, no recordé todo lo que se contaba en el libro.

Así pues la película no resultó ser lo que yo esperaba y quería ver. La cinta habla de la matanza si, de los jesuitas, aparecen Elba y Celina Ramos, el gobierno y nos muestra vagamente el conflicto armado y sus sufrimientos, pero ni los sacerdotes ni sus asesinos son los protagonistas.  

La historia se centra en una mujer, único testigo visual de los perpetradores de la matanza, llamada Lucía. Una limpiadora de la UCA que, por pura casualidad, se convierte en un asunto prioritario para la política salvadoreña e internacional en plena ofensiva militar y mediática de las fuerzas del Frente Farabundo. Una ofensiva que puso contra las cuerdas al gobierno y que, sin duda, marcó el devenir de la historia de su país en los años inmediatos.

Me gustó mucho. En primer lugar porque el foco no se pone, por una vez, en los mártires españoles y sus acompañantes, muertos sin remedio, sino en quienes sobreviven y, de maneras sorprendentes, continúan la lucha por la verdad y la justicia.

En segundo lugar es de agradecer que sea una mujer la protagonista de la historia. No habría sido difícil, ni sorprendente en este mundo, que la cinta hubiese dejado a Lucía en segundo plano para que un hombre  -periodista, abogado, diplomático...-  la suplantase y la salvase de su terrible destino. La mujer interpretada por Juana Acosta es respetada y lleva el peso de la narración. Desde su humildad y sus fuertes principios lucha por la memoria de los caídos y por mantenerse fiel a lo que vio en todo momento pese a las trabas enormes y el acoso que sufre por ello.

Por último, sin ser un experto en la materia, me quedo con la sensación de que el trabajo dirigido por Imanol Uribe trata de ser en todo momento fiel a lo sucedido y respetuoso con los protagonistas. Tanto  con los principales como con el pueblo salvadoreño en su conjunto. Además es de agradecer que no haya hecho uso ni de sentimentalismos baratos ni de morbos innecesarios, tan del cine de hoy, en la narración de un suceso que se podría prestar a ello.

Los peros que le puedo poner a la película son solo dos. El primero, manías de perfeccionista por no decir otra cosa peor, que en las escenas en que los civiles huyen de Soyapango, hay algunas ropas y algunos vehículos, demasiado limpios y demasiado nuevos para el momento y el lugar. Una tontuna. El otro, que me ha dolido un poco, es el que después del trabajo tan serio realizado, y sin desmerecer la gran interpretación realizada por Juana Acosta, no se diese el papel protagonista a alguna actriz salvadoreña. No solo porque hay grandes profesionales en ese país,es que además, en mi opinión, hubiese sido la guinda perfecta para este trabajo. Aunque, bueno, el dinero también habrá tenido mucho que ver en esta decisión.

Me despido de quien me lea, y no conozca mucho el tema, recomendando que se informe un poco de lo que pasó en aquél país y en aquella región por aquellos tiempos. Sobre todo para disfrutar más de una película, cargada de sutiles detalles históricos, que sinceramente pienso que no deberíais perderos. Y, que demonios, para las pocas veces que se hacen películas así, id a verla en sala y haced taquilla.


lunes, 3 de mayo de 2021


                                                                   A guardia Cambiada






En muchas ocasiones los libros, como los magos en la Tierra Media, no llegan ni pronto ni tarde, llegan exactamente cuando tienen que llegar. Otras, en cambio,  nos llegan a destiempo y no podemos o no es el momento ya de apreciarlos. Por último están los libros que jamás nos llegarán y que nos atrevemos a pensar y decir que nunca deberían haber sido editados.

Hoy, evidentemente, voy a hablaros de uno de esos libros que me han llegado en el momento justo. Es más, si me animo a romper meses de silencio en mi blog hablando de él, es porque pienso que es un libro que llega en el momento para la mayoría de nosotros y de nosotras.

En ésta ocasión, Antonio Tejerina, quién ya publicó “Sobrevivir a una mutación” en 2007 y en 2014 una novela gamberra y refrescante titulada “Melodías para morir o matar” (quizá la primera novela española que incluía un código QR para disfrutar de la banda sonora de la misma mientras se avanzaba en la trama) nos trae un nuevo trabajo con el nombre de “A guardia cambiada”.

A mitad de camino entre un cuento largo o una novela corta, me atrevería a aventurar que con alma de guión o libreto teatral, es una obra tan breve como intensa.

La historia es un banco de tres patas, ambientado en el Madrid de nuestros días, en que la vida y el azar hacen coincidir a tres náufragos en momentos diferentes pero igual de necesitados de algo más que una brújula que les ayude a seguir el rumbo.

Un relato que nos muestra como desde las ruinas de las expectativas fallidas y las derrotas vitales también se puede construir un mañana; que el neón, las grandes promesas de éxito y el glamour son más una trampa atrapa moscas que una posibilidad de futuro para la mayoría y que la historia, con mayúsculas, siempre deja fuera de sus páginas a quienes se salen del camino o descarrilan.

Pero también, esta es la grandeza de estas apenas ochenta y ocho páginas que, más allá de los escaparates, los olvidados por los escribas siempre tienen la posibilidad de vivir y de construir su propio mundo y su propia vida. Qué no encajar en los proyectos de autopista de cuatro carriles de éste mundo adicto a la velocidad y las gasolineras franquicia no significa que no podamos recorrer el mundo por carreteras secundarias y destartaladas. Lugares de encuentro con gentes que, con una dosis de vista y otra de buena voluntad, nos complementen para construir un mundo a la medida de nuestras necesidades. Y ser, en la medida de lo posible, libres.

Solo os comento, porque odio los spoilers y es difícil no hacerlos cuando se reseña un trabajo tan concreto y medido, que esta obra que nos trae el sello Malandreams Ediciones cayó en mis manos a principios de año y ya me la he leído dos veces. La primera de forma rápida e inmisericorde. La segunda, después de haber estado rumiando el relato durante un mes, por pura necesidad de volver a él, como no me ocurría con un libro desde hace mucho tiempo.

Una bocanada de aire sin mascarilla en tiempos de asfixia. No puedo decir más.





domingo, 13 de septiembre de 2020

Espurgos de domingo II

 

Decía, bueno dicen que decía, Diógenes que el equipaje debería ser tal que no te arrastrase al fondo en caso de naufragio.
Como yo pienso que el naufragio es inevitable sigo aligerando el mío. Ahí os pongo el espurgo de la semana. Al final foto borrosa.

- La insoportable levedad del ser, una edición de kiosco. Este os interesa por si váis de culturetas. No sea que al vejestorio de Kundera le den un Nobel antes de espichar y os toque ir corriendo a Traficantes de Sueños a descubrir que, de repente, se han agotado los ejemplares del insigne autor checo.

- Noam Chomsky para principiantes. Yo siempre he pensado que esta colección es la mayor estafa de la historia ya que hasta Hegel resulta más fácil de leer de su puño y letra que después de ser destripado por estos supuestos divulgadores. Si nos metemos en un autor tan asequible como el bueno de Noam es ya una broma de mal gusto. Ideal para regalar en un cumpleñaos de esos que todo el mundo lleva mierdas que no necesita, en este caso con la esperanza de que le toque a alguien que nos caiga especialmente mal.

- El Bucle meláncolico, de Jon Juaristi. En fin, allá quien quiera dar credibilidad a un tipo que en 20 años pasó de estar en la linea dura de ETA Político Militar a la linea dura del PP. No tengo nada contra los bipolares si están medicados pero como historiadores no me inspiran confianza. Sin más. Ah, si. Perdón. Habla de la trayectória del nacionalismo vasco desde antes de Sabino Arana. Con sus cositas, claro.

- Lo que el trabajo esconde, de varios autores. Lo editó Traficantes de Sueños antes de volverse adictos a los tostones italianos (no, no hablo de recetas culinarias). Basicamente se trata de una compilación de trabajos de un montón de universitarios, que no han visto una obrera textil en su vida ni han hecho tampoco un turno en una franquicia de comida rápida, en el que le cuentan a otro montón de univeristarios de la misma calaña lo que es el trabajo.Mano de santo contra el insomnio.

- Instituciones y derecho de la unión europea, de Aracelí Mangas. Hubo un tiempo, en 2015, en que todo parecía posible. Incluso que yo trabajase para un eurodiputado. Lo adquirí para saber distinguir, al menos, el bufet de diputados de la Comisión de Derechos Humanos del congreso en Bruselas. Si quieres ligarte a un/a opositora a Técnico de la Administración Central darle éste libro es quizá la única forma que tendrás de verle/a en los próximos cuatro años. Yo no lo despreciaría tan facilmente.

- Entre el deber y el Motín, de Marcus Rediker. Editado por anti persona es una obra pelín extensa pero muy interesante que aborda lo que siempre quisiste saber sobre las relaciones laborales de los marineros anglosajones de los siglos XV,XVI Y XVII. Una locura. Te cuenta hasta lo que comían los miércoles de cuaresma los marineros calvinistas. El caso es que Radiker, junto a Peter Linebaugh, escribió uno de los mejores libros sobre el tema que he leído. "La hidra de la revolución" (estáis que os lo regalo) y su divorcio académico es una muestra más de que el trabajo en equipo siempre es mejor y de que los personalismos son destructivos no solo para las segundas temporaads de las series de la HBO.

- El asedio, de Arturo Pérez-Reverte. Si, ya se. Es un machista y un españolista insoportable. Pero también lo es el vicepresidente del gobierno y por el pérfil de mis amigos y lectores es muy posible,si estás leyendo esto, que hasta le votases en las últimas elecciones y le defiendas a regañadientes ante tus cuñados. Volviendo al libro no es la mejor novela del capullín pero me la quedaría si no fuese porque me lo regalaron por dos lados distintos. A las malas, si eres muy optimista ante nuestro futuro inmediato, tiene un tamaño ideal para usarlo en la construcción de barricadas y parapetos. Y aunque os joda escribe y viste mucho mejor que Pablo Iglesias Turrión

domingo, 16 de agosto de 2020

Lo que han oído es cierto

Un buen librero, uno que se precie de tal título y que ejerza esa profesión en peligro de extinción, es algo así como un híbrido de maitre, confesor y camello. Y a los que nos gusta leer necesitamos tener unos cuantos de estos extraños personajes en la agenda, para cuando se nos acaban las existencias o simplemente por si el consumismo fetichista arrecia.

El problema principal es que como, a pesar de todo, son humanos y necesitan vender libros, tanto para pagar las facturas del banco como para saciar el apetito de su auto estima profesional, saben estrujar esos fetichismos particulares de cada cliente lector y convertirle en víctima de si mismo de tal modo que acabe comprando más de lo que a veces puede, quiere, o necesite leer.

Fue en uno de esos gestos de vileza en los que, hace dos meses, en pleno pandemónium global recibí una llamada de la librería La Malatesta. Marcos me informaba, por mi propio interés  y adelantándose a sus rivales de la calle Duque de Alba, de que Capitán Swing había sacado un libro sobre uno de mis temas favoritos.

Evidentemente, cual yonki carente de voluntad, le pedí que me lo guardase y afirmé que iría en cuanto me fuese posible. Ni le dejé que se extendiese sobre los pormenores de la novedad. Hablaba de El Salvador y eso era suficiente para ganarse un sitio en mi pequeña colección de libros sobre ese país.

Así fue como “Lo que han oído es cierto” llegó a mi biblioteca. Los que tenemos temas recurrentes, y extensas colecciones de libros, sabemos que comprar un libro es una cosa y leerlo ya otra muy diferente. Muchas veces los libros tardan años desde que son compulsivamente adquiridos hasta que son cuidadosamente seleccionados para su degustación. Tratar de explicar los motivos es una perdida de tiempo. Un libro se lee cuando se tiene que leer.

En este caso su momento no tardo. Desde que en junio lo metí en la mochila junto a otro par de volúmenes hasta hoy que escribo sobre el nada más ha pasado un mes y medio y solo ha tenido que ver a otros tres o cuatro libros ser leídos antes que el.

Lo mejor de todo este proceso, y en este sentido de mi propia adicción a El Salvador , es que abordé el libro sin tan siquiera mirar las solapas. Cumplí con mis manías personales antes de empezarlo, busque el año de la primera edición original, miré cuantas páginas tenía, y me lancé a la aventura.

He de decir que no daba mucho por el en un principio. Principalmente porque mis dos lecturas anteriores,  el último libro que reseñé en este mismo blog (https://elskinheadqueleianovelasdeamor.blogspot.com/2020/07/en-memoria-de-abraham-guillen.html?zx=34392fdc881003d5) y Lectura Fácil, de Cristina Morales, ponían el listón muy alto.

Me equivoqué. Sin duda, a veces, acercarse a algo desde la falta de expectativas y/o el desconocimiento facilita la grata sorpresa.

El libro escrito por Carolyn Forché, una poetisa de nacionalidad estadounidense, es una aproximación a los orígenes de la guerra civil de El Salvador muy interesante. Tanto en fondo como en forma.

La autora, cosas que pasaban en aquellos tiempos, abandona su puesto de profesora universitaria y se planta en un lugar que desconoce por completo gracias a una surrealista invitación. Aterriza en un país pequeño, del que apenas habla el idioma, sumido en una lucha entre la violencia salvaje y la valentía sin medida; donde ante la miseria económica y sus creadores se alzan la dignidad y la terquedad de un pueblo dispuesto a todo con tal de lograr la justicia. Un territorio que se desliza inexorable hacia el abismo de la guerra abierta.

Forché construye su relato, y aquí está parte de lo que me ha encantado, no tomándose a sí misma como única protagonista de su memoria sino como un diálogo con su guía local. No es la historia,exclusivamente, de una  gringa que se va a vivir aventuras y su visión de los buenos salvajes. Su contra parte actúa como un mentor, sin duda muy masculino, que la acompaña escalón a escalón en su ascenso al darse cuenta de lo que de verdad está pasando en ese rincón del mundo en ese momento. Me parece un gesto, más allá de lo narrativo, honesto y necesario.

El hecho de que su estancia tuviese lugar antes del comienzo oficial de la guerra nos permite una visión distinta y muy necesaria a la de otros testigos extranjeros que o bien llegaron más tarde o bien prefirieron centrarse en los años y sucesos posteriores al asesinato de Monseñor Romero en 1980 y a la posterior ofensiva final (inicial reconocen con sorna sus protagonistas) de 1981.

Unos recuerdos, a retazos, en que se pueden intuir las lagunas de la memoria y de las circunstancias en que a pesar del tiempo la poeta a respetado los nombres clandestinos de aquellos quienes se lo pidieron o cayeron en la lucha.

La única pega seria que le pongo a la edición es que si bien marca muchos de los términos propios del habla salvadoreña no explica a pie de página el significado de los mismos. Dicho esto quedo muy agradecido a una editorial española que se ha animado a publicar un texto que a priori no tiene pinta de ser un éxito de ventas en nuestro país habida cuenta del tiempo pasado desde aquella epopeya de la historia.

Para terminar no diré que es un libro fácil o necesario pero si muy recomendable para quienes queremos a el Pulgarcito de América. No me cabe duda de que las estampas plasmadas negro sobre blanco en estas páginas son una invitación a la reflexión y a la crítica. Un buen recordatorio para entender los males del presente.

Para aquellos que se acerquen a esta lectura sin conocer el paisíto una sola advertencia. A veces las cosas que cuenta Carolyn pueden parecer exageradas o peliculeras. Faltas de realidad. Inventadas. No la culpen El Salvador muchas veces parece sacado de un relato de realismo mágico y muy probablemente lo que están leyendo si no es cierto sea porque se quede corto.

"No te dejes llevar por la retórica. Si los campesinos salvadoreños entran al combate, y creo que lo harán, tienen que ganar. De lo contrario, sufriran doscientos años más."

domingo, 26 de julio de 2020

En memoria de Abraham Guillén

La memoria es bastante puñetera. Por eso, a estas alturas, no puedo asegurarlo al cien por cien pero aún así me atrevo a afirmarlo. Creo que la primera vez que alguien me hablo de Abraham Guillén  fue cuando estudiaba en Alicante. Entre el otoño de 1995 y el verano de 1998. Fue una simple pincelada.

Estabamos en una reunión bien de una plataforma unitaria a la que yo acudía como delegado del CAU (Centro autónomo autogestionado) o quizá en una del fallido intento que hubo de montar una radio popular. Mientras esperábamos a que llegaran los rezagados para poder empezar a pelearnos no siempre de manera respetuosa un militante del PCE algo mayor que yo me enseño el libro de “Economía Autogestionaria” mientras me decía que lo estaba leyendo porque aunque era anarquista era un autentico cerebro.

Yo, que debía tener veinte años en aquél momento no le hice mucho caso. No me interesaba la economía, aún no me había sacudido la soberbia juvenil que te impide abrir las orejas cuando el prejuicio es demasiado fuerte (qué me iba a explicar a mi un pecero del anarquismo hispano) y estaba en esa fase que muchos hemos pasado en ciertos ambientes de tener solo ojos para la mal llamada “Revolución española”. Devoraba los Durrutis, los Garcías y los Meras sin espacio para ninguna otra cosa y sin entender aún que una dieta verdaderamente sana, sobre todo para el cerebro, debe ser variada y rica. No solo abundante.

Los siguientes encontronazos con el personaje en cuestión fueron ya a mi regreso a Madrid. Comentarios de compañeros anarquistas. Portadas muy feas de libros en mercadillos, distribuidoras o librerías y el volumen de “Economía Libertaria” danzando por mi casa. Mi padre, economista y libre pensador, lo había mordisqueado un poco. Su juicio sobre ese título sin ser demoledor no fue demasiado positivo. Como no podía ser de otro modo mi primer escarceo con Abraham fue “El error militar de las izquierdas”, una de sus obras de análisis sobre las causas de la derrota del bando republicano durante la contienda civil española.

Fue un gran descubrimiento.

Hace un par de semanas, por fin, ha visto la luz un libro de José Luis Carretero Miramar  cuyo objeto de estudio es  ese señor del que os vengo hablando.

“Abraham Guillén. Guerrilla y Autogestión” es el título de esta obra en la que Carretero nos lleva de la mano de este singular personaje. Desde su infancia en un remoto lugar de Guadalajara hasta el final de sus días en el popular y hoy gentrificado barrio de Lavapies.

Perfectamente ambientada en su momento histórico y con una acertada combinación de fuentes escritas y entrevistas a protagonistas del momento, esta obra, es capaz de trasladarnos a ese instante crucial en que pareció que toda América latina podía sacudirse el yugo del imperialismo yankee con las armas en la mano.

De manera sencilla pero completa y asequible, el autor de esta biografía, nos va desgranando, etapa a etapa, no solo las vivencias del economista y periodista caracense si no también perlas escogidas del pensamiento de éste.

Es un trabajo didáctico que logra la nada sencilla tarea de hacer divulgativa  la trayectoria de su protagonista y la obra de este que, para ser sincero, muchas veces era algo caótica y enrevesada. Un hombre poco preocupado por el estilo y apremiado por la necesidad de transmitir.


Las escasas carencias de este libro son, para mi gusto, la poca información de la infancia de Abraham, por otro lado difícil de obtener; de quienes le abrieron las puertas al mundo de la cultura y el ansia de saber. Quizá también le cambiaría alguna leve cuestión de estilo más patente en el capitulo final. Por lo demás estamos ante una obra que rompe un candado y paga una deuda.


El candado es, a mi parecer, la densidad y profundidad propias de la forma en que Abraham tenía de escribir, sobre todo de economía. Accesible para pocos.  La selección hecha por Carretero de los fragmentos más amables y su contextualización  son una invitación a leer más. Una suerte de menú degustación para que nos animemos a probar en un futuro próximo cada uno de los platos que nos tiene reservado el legado de “el viejo”.

La deuda es la de un movimiento olvidadizo con todo aquello que no encaje en la leyenda que se ha forjado tanto sobre la composición de sus filas como en lo referente figuras magnificadas, marginales o no, como Maroto, Pellicer, Baliús, Durruti o Federica, por corrientes empeñadas en confundir lo que fue con lo que a ellos les hubiese gustado que fuera. Un mundillo que prefiere la comodidad de las certezas aunque sean inventadas, la paz del sillón y la verdad revelada, a las inseguridades que generan los personajes  imperfectos, con aristas, reales. Personajes como Abraham.

Como no me gustan los spoilers solo os diré una cosa. Tenéis que leerlo.

miércoles, 25 de diciembre de 2019

La emergencia de VOX


Hace menos de dos meses se publicó el último libro de Miguel Urbán que lleva por título, exactamente, el mismo que ésta entrada en el blog. Lo ha sacado Viento Sur, en la misma colección en la que años atrás publicó otro libro sobre el tema de los nuevos fascismos europeos, firmado por el mismo autor.

Es la primera vez que reseño un libro que no me he bebido del tirón, un libro que no me ha fascinado, que me ha costado un poco de esfuerzo. Y lo hago no tanto porque aprecie mucho a su autor, a quien considero uno de los pocos cargos electos de Podemos que merece cierto respeto, también quiero obligarme a hacer una reseña menos “grupi” de lo que acostumbro y, por último, porque me ha hecho reflexionar sin estar de acuerdo.

En el libro Miguel aborda el fenómeno de VOX partiendo de un análisis histórico de la derecha franquista desde la transición a nuestros días, tocando también algunos grupúsculos neo fascistas que surgieron a partir de finales de los años ochenta del siglo pasado y hasta nuestros días.  Una vez trazada a grandes rasgos la ruta de nuestra derecha más casposa pasa a diseccionar sus influencias, nacionales y extranjeras, su modus operandi y sus paralelismos y diferencias con las formaciones que a escala internacional ocupan el espacio político que VOX ocupa, de momento, en España.

Esta es la faceta más interesante del libro y sin duda la más recomendable. Sobre todo para aquellas personas que, por edad o circunstancias de la vida, se interesan por primera vez en la evolución de la extrema derecha de nuestro país. De manera didáctica y fácil de leer nos coloca, a grandes rasgos, a cada actor en sus sitio y en los trayectos recorridos antes de ser las caras visibles de la que ahora es la tercera fuerza política de éste país.

A partir de aquí comienzo a disentir con muchas de las cosas que plantea Miguel.

La primera vez que me chirriaron los dientes fue cuando de manera breve pero intensa pone un especial empeño en que quede claro que no considera a VOX una organización fascista, ni tampoco post fascista, si no más bien de extrema derecha. Algo que repite ya terminando el texto.

Según el, los verdecillos, no encajan en los estándares del fascismo tal y como los hemos conocido.

Diré que me sorprendió que plantease este asunto por dos cuestiones. Una de fondo y otra de forma.

La de forma es muy básica. En un libro de coyuntura, en mi opinión, de esos muy necesarios para formar y dotar de herramientas a nuestra gente, libros desagradecidamente condenados a quedarse obsoletos (como le pasa ya en el propio libro al capitulo dedicado a Ciudadanos), meterse a una especie de disquisición académica carece de sentido. No se si lo hace por miedo a que se le acuse de simplista y poco riguroso desde los sectores más leídos y redichos del izquierdismo o por estar contagiado de esa enfermedad consistente en renombrar una y otra vez las cosas. Lo que pasa es que si ya es bastante difícil hacer entender a la gente lo que es el fascismo, como para entrar en matices de diferenciación en post fascismo, fascismo, neo fascismo y extrema derecha. Es como si yo ahora plantease la necesidad de diferenciar entre socialismo libertario y comunismo libertario. Insisto, no hago apología la ignorancia, en un libro para el combate.

La cuestión de fondo es más preocupante. Éste empeño por hacer encajar los nuevos giros totalitarios en los esquemas de los totalitarismos de hace cien años nos lleva camino del desastre. Y sorprende aún más cuando viene de una persona que ha identificado perfectamente como los enemigos del pasado han sido renovados por dos nuevos enemigos. El judío por el musulmán y el comunismo por los feminismos.

El fascismo actual no va a sacar a decenas de miles de escuadristas a la calle a apalear obreros por la sencilla razón de que el movimiento obrero no existe. Nadie pone en solfa el modelo de producción capitalista hasta el punto de hacerlo peligrar por lo que el fascismo, cuya función el siglo pasado fue la de último bastión del capital, puede permitirse de momento un rostro más amable y hipster mientras se arma de cara a la que se nos viene encima, que pinta que va a ser gorda. Entretanto algunos de nosotros, estamos como el alto mando del ejercito francés en 1940, esperando una forma de hacer la guerra que tiene pinta no volverá.

En éste sentido es una pena que si bien lo menciona no ahonde más, aunque no sea el tema central del libro, en la judialización de la política española donde una magistratura y una fiscalía mayoritariamente ultra conservadoras, jamás purgadas tras la dictadura, se han dedicado en los últimos años a tratar de matar de asfixia a todo aquello que oliese a rojo.  Una estrategia priorizada por el PP y que hace tiempo parece que incluso a ellos se les ha ido de las manos.

Otra decepción que da libro, pese a que le dedica veinte páginas al asunto, es el de propuestas de como combatir en nuestra sociedad esta tendencia política que se nos ha plantado enfrente con millones de votos y actitud desafiante.  Leedlas, que no quiero hacer spoilers, y comentamos. Por mi parte me quedo con la sensación de que es el capitulo más flojo del libro y que no aporta casi nada. Lo cual es grave porque si los tribunos de la plebe están así de flojos de ideas y aportan poco más que unas palmadas en la espalda a lo que sabemos que venimos haciendo bien  desde hace diez años, ellos que se supone que tienen acceso a más información y más perspectiva,como que me dan ganas de irme a casa a llorar y de dejar de morderme la lengua.


Por último lo peor del libro es lo que no dice. Aquello a lo que Urbán no le ha dedicado más que uno o dos párrafos mezclados en un par de capítulos finales.

Este trabajo carece de auto crítica. Ni una sola reflexión seria y medianamente profunda a los últimos ocho años de trayectoria pre y electoralista. Ni una página dedicada en serio a analizar como se ha pasado en un lustro del  "No nos representan" en las plazas, pasando por el “Si se puede” en pleno reflujo, al “ A por ellos” crecido de quienes se creen herederos del tercio de Zamora en Empel. Una puya al nacionalismo español populista de izquierdas, una recomendación de lo negativo de que toda la izquierda entre en un eventual gobierno y poco más.

No es nuevo. La izquierda para estatal tiende a olvidar o edulcorar las consecuencias de sus cagadas en los resortes del estado. Y al hacerlo, por desgracia, nos condena a la tragedia del no aprendizaje. Hay una conexión directa entre la falta de respuesta a la extrema derecha, nuestra debilidad organizativa y nuestro abandono de la calle. Nuestra debilidad está estrechamentte relacionada con lo que perversamente se llamó “asalto institucional”. Un asalto que ha cristalizado en una decepción colectiva, tanto entre cuadros militantes como en los simpatizantes y potenciales bases y cuyas consecuencias están aún por calibrar. No sigo porque no es el objeto de ésta reseña. Pero duele ver que se desperdicia una buena oportunidad a la par que se deja un libro cojo, inconcluso. Como si el avance de la extrema derecha y del fascismo fuese cosa solo de ellos.

Dicho esto queda agradecer a Miguel Urbán que, una vez más, haya sacado tiempo para arremangarse y escribir un libro asequible y sin aspiraciones de trascendencia. Con la idea de que pueda servir de ayuda a quienes desconocen los entresijos pasados y presentes de estos fascistas a la española. A fin de cuentas no se puede derrotar a un enemigo tan poderoso sin conocerle en profundidad. Este libro nos abre la puerta de ese conocimiento y, espero, que aunque humilde e incompleto contribuya a nuestra victoria.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Resacón en Gotham IV


       
    Ayer por la tarde fui a ver, a mi pesar en versión original, la película de Jocker. Os aviso desde ya que aquí puede haber información que os destripe partes de la película.

    Reconozco que, como me pasa últimamente con el cine comercial, fui con bastante precaución pese a la fantástica crítica y la buena nota que que le ponían ya algunas de mis amistades y almas gemelas en el filmaffinity.

La película, ambientada en la imaginaria ciudad de Gotham, se centra en el que quizá sea el más emblemático de los antagonistas de Batman, el payaso psicópata conocido por su torva sonrisa, y nos da una versión de como podría haber sido la vida de éste antes de convertirse en carismático súper villano.


 Técnicamente es una película muy resultona. Transmite perfectamente ese asfixiante ambiente de una ciudad en plena decadencia. La forma de vida de los humildes, los barrios sucios y los edificios destartalados. Una ciudad gigante en la que sobrevivir es una  profesión en si misma y sin un resquicio para la empatía. Un paraíso de competitividad, soledad y pobreza.

El lugar en que los hombres y mujeres débiles son solo carne para una picadora, que diría La Polla, que nunca se sacia de triturar sentimientos y existencias.  Una olla a presión que solo nos plantea la duda de cuando explotará.

La banda sonora original,  en parte obra de la chelista islandesa Hildur Guðnadóttir y en parte fruto de una selección de música que va de Sinatra a Pink Floyd  con algunos temas de RAP, le queda como un guante a la obra  protagonizada por Joaquín Phoenix.

En cuanto a este señor es cierto que hace un gran papel. Hasta el punto de que en muchos momentos la película se sostiene por su interpretación combinada con los factores antes mencionados. Aún así no creo que supere su trabajo en Her, que me pareció muy difícil y bien llevado. Eso si, no me extrañaría que se le nominara por interpretar al mismo personaje con el que el difunto Heath Ledger se llevó su Oscar. De hecho su actuación está despertando tantas expectativas que he leído por ahí que se ha disparado la venta de entradas en VOS (para otro día dejo lo que pienso de quienes van al cine a leer como si el séptimo arte fuese solo dicción y ejercicios de voz).

Merece mucho la pena visual y auditivamente, para quien se lo pueda permitir, verla en pantalla grande ya que sus fuertes son principalmente los aspectos audiovisuales y en casa perderá bastante. Tengo que reconocer que no me esperaba un trabajo artesanal tan bien logrado de un tipo que hasta ahora lo más reseñable que tenía en su haber era la “trilogía del Resacón”, lo que nos demuestra que, a diferencia de lo que nos cuenta la película, cualquiera a quien se le den las oportunidades de aprender un oficio y le ponga ganas podrá acabar llevando a cabo el mismo con un grado aceptable de satisfacción (La excepción a la regla es Colin Farrel).

A nadie que le guste el cine, y con un mínimo de cultura y sentido común, se le escapa que este medio como cualquier otra expresión artística está impregnada de valores y es una forma de transmitir mensajes e ideología. Antes incluso de la apasionada defensa del segregacionismo y unos idealizados estados confederados del sur hecha en 1915 por D.W. Griffith, en el cine se caracterizaban estereotipos con fines claros y en ese sentido esta obra no es una excepción.

Como ya hiciera, por desgracia, de manera zafia Christopher Nolan en su tercera entrega de Batman, que bien podría haberse subtitulado “Contra los movimientos sociales”, el director de esta cinta no tiene empacho en hacer un cóctel compuesto de dos factores que a nuestra sociedad le dan mucho miedo y que por eso, mediaticamente, le funcionan. Revuelta y locura.

El personaje de Arthur Fleck, que así se llama el Joker para el registro civil, es un pagafantas pusilánime. Un perdedor desapegado de la realidad que incapaz de aceptar que tiene menos gracia que una almorrana purulenta se empeña en ganarse la vida como cómico. Ni siquiera es un parásito social. No tiene carácter ni habilidades para ello. Está en las antípodas de ser un genio del mal.

Los ratos que le dejan sus tropiezos laborales y sus visitas a la psiquiatra de servicios sociales para abastecerse de neurolépticos los dedica a cuidar de su madre que a todas luces está también como un cencerro. De fondo la radio y la televisión hablan de huelgas, impagos y colapsos varios. Mientras tanto ella se marchita esperando una respuesta que nunca llega de un millonario filántropo para el que trabajó en el pasado y al que sigue por televisión. Me recordó mucho a la madre del personaje de Jared Leto en Réquiem por un sueño.

Al final, cuando debido a la bancarrota municipal, deja de tomar la medicación  y sufre un último ataque a su persona explota convirtiéndose en un asesino. De manera rápida su crímen casual queda atrás y se desliza por la pendiente de la brutalidad y el sin sentido. Paralelamente a su metamorfosis, y espoleada por lo mediático de sus crímenes,  el descontento social avanza hacia un punto de ebullición sin remedio por un populacho que identifica en la máscara de payaso su rabia y su desesperación. Los mensajes son claros.

El primero, descarado,la locura es peligrosa. El trastorno mental sigue aquí encajado en el cliché creado desde el miedo. Un loco solo puede ser un perdedor o un criminal.  Una víctima que debe ser medicada, deshumanizada y controlada por su propio bien o una fuerza de la naturaleza incontrolada. Un peligro para si mismo y para los demás.

El segundo, taimado bajo una pretendida crítica a la descomposición y los recortes, la violencia social no es buena. El pueblo llano, en su brutalidad e ignorante impaciencia, está dispuesto a seguir a un loco capaz de cualquier cosa y de las más brutales barbaridades. A autodestruirse en un nihilismo sin sentido que no beneficia a nadie.

En definitiva los locos y los pobres son peligrosos. No reconocen la realidad ni saben como afrontarla. Carecen de crédito en el sentido amplio de la palabra. Más vale un déspota ilustrado que el caos,  la única alternativa aparente para Hollywood cuando el pueblo explota harto de lustros de abusos, robo y represión.

Si a V le quitas el análisis social y el potencial revolucionario, si despojas a Rorschach de su primitivo espíritu de venganza y su proyectiva necesidad de defender a los débiles, si te pasas por el forro la profundidad discursiva de películas como M y Metrópolis y la poética explosiva e insurreccionalista de los diálogos de El club de la lucha lo que te queda es este engendro que nunca pasará de ejercicio para el deleite de los estetas en la sociedad de los doscientos ochenta caracteres.

Mi amigo Toño Tejerina dijo una vez  refiriendose a otra película, “ la dinamita está bien pero si explota todo nadie ve lo que había dentro de la piñata”. En este caso, lo ornamental está bien, pero si no tiene nada dentro no deja de ser algo más que un jarrón chino.

martes, 23 de julio de 2019

El niño de Hollywood

Los hermanos, dos de los tres que son, Martínez D’Abuisson, Juan y Óscar para los amigos; Óscar y Juan para los que además están obsesionados por el orden de llegada, presentaron esta primavera su último trabajo.

Éste libro a cuatro manos, que en España ha sacado la editorial Debate, se llama El niño de Hollywood; Una historia personal de la Mara Salvatrucha.

Óscar y Juan se adentran
Portada de la edición en España
de nuevo en el mundo sórdido de las pandillas y las maras.

Digo de nuevo porque, para los que no les conozcáis, Óscar “el periodista” y Juan “el antropólogo” han trabajado bastante estos temas. El menor de los hermanos ya publicó en España, con Pepitas de Calabaza, el libro Ver, oír y callar. Un año con la Mara Salvatrucha.
En cuanto a Oscar lleva años investigando y publicando, tanto en el periódico Elfaro.net como en otros medios, trabajos periodísticos y crónicas sobre este fenómeno social.

A El niño, como pasa con cualquier otro libro, podemos acercarnos desde distintos lugares. Podemos llegar a él desde el interés antropológico; desde la afición a la buena crónica; por un snobismo barato manifestado en una obsesión por los grupos mafiosos y marginales de moda; también desde una suficiencia pedante de quien cree conocer algo de tan complejo asunto;  para tratar de entender mejor a algunos de nuestros nuevos vecinos que llegan allende los mares o desde el desconocimiento más absoluto habiendo sido víctimas de un librero perverso o seducidos por la cutre pero efectista portada. Entre otras muchas opciones.

En  El niño, a diferencia de lo que pasa con muchos otros libros a los que podemos llegar desde muy diferentes lugares, vamos a encontrar una de esas obras que contienen muchas obras.

Para quienes se queden solo con la primera capa de la cebolla estamos ante una especie de hagiografía inversa centrada en un delincuente sin escrúpulos. Pero El niño es en verdad mucho más que eso. De hecho y para ser sinceros el subtítulo se le queda muy corto.

Este libro, aparentemente escrito de manera ligera,  es un relato desgarrador y nada fácil de leer. Me explico. No es ni mucho menos  una obra para académicos cargada de esdrújulas y sobreesdrújulas y ornamentada con términos solo aptos para iniciados. Que va.

No es fácil de leer porque, escrito en lenguaje asequible, a ratos coloquial, los autores nos obligan a no bajar la guardia ni un minuto. No es fácil de leer porque, en forma de crónica periodística, los autores han trenzado un riguroso y serio trabajo de análisis crítico sobre el fenómeno de las pandillas. Óscar y Juan no se conforman con seguir la vida de un nadie dando aquí y allá pinceladas de ingenio para hacerla atractiva y comercial.

 Se zambullen, esbozan, retroceden y avanzan, con la excusa de su protagonista, en un proceso histórico que hunde sus raíces antiguas hace ya casi dos siglos y tiene sus detonantes en las cuatro últimas décadas.  La verdadera miga de éste libro está sin duda ahí. En los datos y los hechos que nos dan el contexto para que la mísera historia de un asesino de pueblo sea merecedora de un libro. En aquello que el lector rápido o despistado podría considerar el Atrezo.

Lo que nos cuentan Juan y Óscar con la excusa de su antihéroe y alrededor de este es, simple y llanamente, como se construyen el caos y un estado fallido. Como se hace para que, con tiempo y esfuerzo, toda una sociedad sea derrotada y destruida. Y, lo más meritorio, como conseguirlo y que parezca además que los responsables son sus segundas mayores víctimas. Los victimarios de a pie. Los esclavos que decididos a no ser los últimos en esta cloaca, a no dejarse avasallar, solo pudieron lograrlo exprimiendo y machacando a los suyos para, simplemente escalar un peldaño.

Este libro, que inevitablemente recuerda y complementa otro de Roberto Valencia que lleva por título Cartas desde Zacatraz, es básico para entender no solo la realidad en pequeñas e ignoradas regiones del mundo, sino también una realidad que ya nos está cayendo encima. Un aviso para navegantes que nos muestra dónde nos  llevan las medidas tomadas desde el miedo, la indolencia y la segregación.

Esta descripción que nos brindan los autores no solo es una estampa de lo que queda detrás, en el callejón paralelo a la avenida comercial, del escaparate liberal. Del sálvese quien pueda. Del individualismo capitalista.

Es una visita guiada al basurero de la historia. Sin el glamour de un capítulo de Black Mirror pero mucho más inquietante.

A fin de cuentas este cuento de terror es real. Sucede cada día y ya, “a los del norte”, nos viene pisando los talones.

martes, 9 de julio de 2019

Memorias de un revolucionario









Con este título tan sugerente, y que a muchos nos hubiera encantado poder utilizar tan honestamente como este autor algún día, el escritor ruso belga Víctor Serge pone nombre a su autobiografía.

Acaba de ser reeditado, revisado y corregido frente a ediciones anteriores de otras empresas, en la Colección Historia de Traficantes de Sueños. Algo que agradecemos enormemente por ser un libro que debería estar siempre disponible.

Narra gran parte de su vida. Empieza con una somera explicación de su infancia. Continúa más profusamente con su juventud como militante anarquista en la Europa Occidental previa a la Revolución Rusa, en la que llega a conocer y militar con personas de la talla de Salvador Seguí en Barcelona, para llegar a su regreso a Rusia durante la revolución. Su incorporación a los bolcheviques y su activa participación en el proceso revolucionario.Tanto desde el soviet de Petrogrado como desde su papel en la Komintern.

Serge no solo estuvo presente como protagonista  en uno de los episodios más emocionantes y trascendentales del siglo XX. Además lo hizo desde una posición excepcional y nos lo transmitió con la habilidad de una gran pluma y los análisis de una gran cabeza. Organizador y testigo en un segundo plano de popularidad, pero en primera línea de acción. En los espacios y con las personas que llenaron después, a veces de manera intermitente, los libros de historia. Aprovechó para dejarnos, desde la integridad, uno de los documentos más interesantes hasta la fecha de la revolución soviética y  de su posterior marchitamiento. 

Victor jamás dejó de tener un pensamiento independiente y crítico. Siempre mantuvo un ligero toque libertario en su manera de ver lo que estaba sucediendo. Esto hizo que estuviese siempre solo dentro de un partido infectado del mal de las facciones y las tendencias y que fuese considerado injustamente de trotskista sin serlo. Líder al que respetaba pero con el que se había enfrentado en diversas ocasiones por diferencias de criterio. 

Una prueba de su reconocida decencia es el hecho de que fue el único miembro de la dirigencia bolchevique al que se le permitió ir en el cortejo funerario de Kropotkin, rodeado de antiguos compañeros, excarcelados para la ocasión, muchos de los cuales ya nunca volverían a pisar las calles. 

Impresiona el relato que hace de ese entierro, en primera persona. Desde el interior de  una manifestación acosada por la Checa,a la sazón dirigida por su camarada Dzerzhinsky. Y cómo lo enlaza con otro entierro, muy parecido, al que acudirá siete años después desde el mismo sitio en las exequias, pero ya sin la protección de su amigo polaco. 

Como esta,  páginas y páginas de mirada reflexiva puesta sobre el lento proceso que convirtió un crisol de tendencias y sensibilidades socialistas en un mausoleo de sometimiento y horror, en el que hasta la creatividad artística fue perseguida cuando no encajaba en los moldes de las necesidades del líder.

Un proceso de esclerotización que no casualmente se repitió después, en mayor o menor medida, en todas las revoluciones posteriores. Y, también, en todas las revoluciones que no llegaron a ser. 

Este libro nos permite reconocer, en sucesos con un siglo de antigüedad, las mismas dinámicas y las mismas formas de hacer política que tenemos hoy en día, por desgracia, en casi todas las familias que dicen luchar por una sociedad sin clases. Sin opresores ni oprimidos. 

Una forma de hacer política que confunde la lealtad con la obediencia. El discurso con la consigna. Lo importante con lo urgente. Y que a base de aceptar el mal menor y de hacer de la necesidad virtud ha perdido el alma y se consuela a sí misma con el mantra de que los otros son peores.  Una forma de hacer política que ha renunciado a eso, llamado ética, que no es más que la adecuación coherente entre los medios y los fines. Que ha hecho suya la máxima de que el fín justifica los medios.

Todo esto nos lo describe Serge en escenarios que van desde el miedo helado en la San Petersburgo asediada por los blancos, hasta las hambrunas bajo el insoportable sol kazajo.

Un libro, para terminar, que va de menos a más. Sencillo y cercano que, en el peor de los casos, dotará de humanidad ante nosotros a decenas de nombres aupados a la leyenda. Seguro que hará que entendamos más profundamente dónde y cómo nacieron nuestros lastres de hoy. Y en el mejor de los casos nos ayudará a no repetir errores y probar nuevos caminos en el presente.

Eso último solo está en nuestras manos.


jueves, 13 de abril de 2017

De Jabalíes, heroés y mitos


                   De Jabalíes, héroes y mitos


Según la mitología de la Grecia antigua, Heracles, en una de sus doce pruebas debe dar caza al Jabalí de Erimanto, una terrible bestia que destroza cuanto sembrado y obra encuentra, aterroriza la región en la que vive y no duda en devorar a los hombres que se le cruzan en el camino, hasta que el héroe clásico le captura vivo y, sobre sus espaldas, lo lleva a la ciudad de Micenas.

Según otra mitología, más reciente, la Segunda República española habría sido un sistema parlamentario en la que hombres justos y muy preparados quisieron cambiar las cosas de forma democrática, y, que lo hubiesen conseguido, si unos militares golpistas, a sueldo de la Iglesia y los terratenientes, no les hubiesen traicionado.

Más allá del indiscutible hecho de que el golpe militar y la derrota del bando popular nos hayan traído hasta esta España desmovilizada, conservadora y más desigual que nunca. De cuarenta años de dictadura y otros cuarenta de periodicos cerrados, partidos ilegalizados, condenas por twits, fosas de cal entre desahucios, reformas laborales y mujeres asesinadas, bajo la tutela de la misma Iglesia que bendijo las bombas y de las mismas familias que las pagaron, el hecho es que aquella “república de trabajadores”, de tal, solo tuvo el nombre.


En su último libro, titulado “Eduardo Barriobero, las luchas de un Jabalí”, José Luis Carretero se atreve a hurgar más allá de la postal en blanco y negro de la mitología oficial de la izquierda para, a través de un hombre de carne y hueso, y un relato a ratos novelado pero siempre riguroso, mostrarnos otro punto de vista de ese periodo de esperanza, decepciones y plomo que fueron los años treinta en España.


Barriobero, diputado, marido, abogado,crápula,burgués, revolucionario, novelista, federal, masón e irreverente fue perseguido por sus iguales contemporáneos (aquellos que han pasado a la historia como próceres de la libertad mientras reprimían a los obreros y se resistían a dejar votar a las mujeres) por traidor a su clase. Odiado por dedicarse en cuerpo y alma a la defensa de los más desfavorecidos, a darles voz en el parlamento, protección en los tribunales y alma en las novelas. Un Jabalí, entre otros, que se dedicó a perturbar las conciencias y las sesiones parlamentarias de quienes creían que bastaban sus comentarios sagaces de casino para cambiar una estructura social basada en siglos de explotación y brutalidad. Héroes de opereta que llegado su momento solo supieron ser pusilánimes con el poder y soberbios hacia quienes les votaron.

El trabajo que nos ofrece Carretero es una obra divulgativa y accesible que, página a página, va mostrándonos lugares y aspectos de la cultura popular, la sociedad española, las organizaciones obreras y la vida parlamentaria de un modo muy diferente a como los historiadores suelen hacerlo.
Una herramienta útil, en estos tiempos que vivimos, en que no solo se idealizan las derrotas sufridas si no que al abordar, por enésima vez, y sin perspectiva crítica, la opción parlamentaria como motor de cambio social lo que estamos haciendo no es más que trabajar para construir las derrotas del futuro en un momento clave de la historia de España, de Europa y del mundo. Una herramienta que nos muestra que incluso aceptando como un mal menor la existencia de “tribunos populares” estos no solo deben estar la servicio del pueblo si no formando parte de el. Que deben de ante poner la ética a la estética y las necesidades colectivas a sus egos e intereses personales.
Lectura muy amena e interesante. Recomendable para todas aquellas personas interesadas en aquel periodo de la historia y en hacer algo,constructivo socialmente, en el momento que estamos viviendo. No se la pierdan.
















jueves, 28 de julio de 2016

Que sean fuego las estrellas


Que sean fuego las estrellas


La primera vez que leí a Paco Ignacio Taibo II fue allá por el año 1999. Yo,en aquel final de siglo, era socio y militante de Traficantes de Sueños y estaba preparando mi lista de lecturas para el verano. Era el Madrid de la España que iba bien, la capital aquella que en Agosto se quedaba vacía como una ciudad fantasma y había que proveerse bien de lectura para un largo mes de trabajo en la portería sin mucho que hacer. A fin de cuentas nosotros no éramos menos que el resto. La autonomía madrileña, nosotr@s incluid@s, cerraba “por vacaciones”.
El caso es que junto a “El cartero de Pablo Neruda” de Antonio Skarmeta, “La montaña es algo más que una inmensa estepa verde”, “Canción de amor para los hombres” ambos de Omar Cabezas y un par de títulos más que no recuerdo cayó también “De paso”, editado en tapa negra de aquellas por Virus, del citado Taibo II.
Puede que fuese el exceso de expectativas o puede que fuese mi exigencia juvenil con todo aquello que tuviese que ver con el anarquismo hispano de principios del siglo XX pero las peripecias noveladas del misterioso Sebastián San Vicente en Méjico me dejaron frío. No me gustó. Y rehusé durante un tiempo a volver a leer al escritor mejicano muy apreciado y recomendado en mis círculos.
Yo, que tengo por costumbre darle tres oportunidades a los artistas incluido el infame Lars Von Trier, sabía que no era un adiós sino un hasta luego, aunque a decir verdad ya no me sentía atraído por el.
Pasaron los años y las recomendaciones, dejé escapar la primera edición de “Arcángeles”, la de Planeta, y desdeñé las indicaciones de Manolo Monereo en un acto en el local del PC de Hortaleza, afirmando que una de las mejores biografías del Che era suya.
Fue otra vez un librero “traficante”, mi amigo Blas, quién ya en el 2007 o el 2008, con su insistencia logró que esa segunda y merecida oportunidad fuera posible. No paró hasta que me llevé, prestado o regalado, un volumen de una novela policíaca del detective Belascoarán Shayne. Ya el comienzo, con tres encargos en una mañana, uno de los cuales incluía el encontrar a Emiliano Zapata, Cosa Fácil, prometía. Fue un caso de amor a primera vista.
En un mes me leí todo lo que reeditaron de la saga. “Regreso a la misma ciudad y la misma lluvia”,”No habrá final feliz”, etc.
Después ya seguí, con interés no compulsivo, sus novedades. Leí su faraónica biografía de Pancho Villa y, por fin, años después, y gracias a la nueva edición de Traficantes de Sueños editorial, “Arcángeles”. Un pedazo de libro que nos narra la vida de un puñado de revolucionarios, aventureros e irreverentes que no por muertos han dejado de influenciar en nuestras vidas y nuestras luchas. Aunque solo sea en un imaginario necesario para mantener la moral de combate en los tiempos oscuros. Su único y gran “pero” es que solo incluye a una mujer.
Y así llegamos a este año y esta Feria del libro en que nos llega como novedad una historia cuyo título coincide, no por casualidad, con el titulo de este post: “Que sean fuego las estrellas. (Barcelona 1917-1923)”.
No os mentiré. Aún no lo he acabado. Pero es que me está gustando tanto que no he podido evitar escribir estas líneas antes de haberlo terminado.
Lo primero que destaco de la obra, habiendo leído ya su libro sobre Villa y el propio prólogo, es el enorme esfuerzo que Taibo II ha hecho por dejar el libro en un tamaño asequible de “tan solo” 489 páginas de texto. Anotaciones y bibliografía a parte.
Lo segundo, en consonancia con lo primero, es que Taibo II supera su exceso de minuciosidad, al menos en el libro de Villa que para mí lo convertía en libro de consulta para eruditos y fanáticos, en favor de una narrativa fluida en capítulos cortos y directos.
No hay que pensar que esto signifique que la obra no es rigurosa. Taibo II (casi me dan ganas de comportarme como un snob y llamarle Paco como si le conociese) da una lección de profesionalidad en el oficio de historiar del que deberían de aprender, si tuvieran capacidad ética para ello, algunas de las vacas sagradas de la historiografía hispana.
El resultado es un fabuloso y acertado relato cargado de pasión que nos transporta a los años en que el anarcosindicalismo español, y su epicentro Barcelona, sientan las bases de lo que años más tarde será la única vez en el siglo XX que un pueblo no solo logre parar los pies a un golpe fascista, sino también, poner en marcha una revolución en el proceso.
La genialidad de Taibo II radica, para mí, en no centrarse en los manidos, refritos, saturados y a pesar de ello incomprendidos sucesos de los años 1936-1939, sino en irse al lugar y el momento dónde comenzó todo. Además de llevarnos con el, de la mano de sus palabras, al mercado del borne a expropiar con las mujeres el pan y el pescado con que dar de comer a sus hijos mientras se afilian por miles en el ramo textil; a que firmemos con los camareros del hotel Colón el convenio que pone fin a las propinas o que sintamos como una huelga en una empresa de electricidad se va extendiendo día a día, empresa a empresa y ramo a ramo hasta obligar al gobierno central en Madrid a firmar la jornada laboral de ocho horas para todo el país, por miedo a la extensión del conflicto y a la revolución, justo cuando los sindicatos están al límite de sus fuerzas.
Un Taibo que bucea en la prensa, los documentos internos, y los procesos para “descubrir”, a diferencia de nuestros endeudados catedráticos con manos que lamer, que cuando las huelgas suben y los sindicatos mandan las bombas callan y los grupos de afinidad se ponen al servicio de estos para recaudar cuotas, defender delegados, distribuir periódicos y servir al pueblo. Un pueblo solidario capaz de dejarse la mitad de su sueldo si es preciso para dar de comer a los presos y los huelguistas en una ciudad donde la solidaridad es, además de un periódico, una ley no escrita que todo el mundo acata aunque a veces haya tensiones. Incluso algunos curas. Desmonta una vez más, por tanto, la dicotomía ficticia entre “sindicalistas” y “anarquistas”, entre “radicales” y “moderados”, entre “buenos” y”malos” mostrándonos ese fabuloso organismo vivo y contradictorio que fue el anarcosindicalismo español.
A pesar de todo esto no es un libro fácil. Tiene densidad y si no se conoce un poco la historia de España hay muchas cosas que le llegarán incompletas al lector, incluso, a pesar de los aportes puntuales pero constentes que nos hace el autor de cuales eran las realidades económicas, habitacionales, laborales y sociales en aquella época convulsa.
En cualquier caso es un libro no solo muy recomendable si no que además nos pone en deuda con un escritor mejicano que con esta obra nos abre una puerta a una época de nuestra historia tan importante como olvidada y, mientras lo hace, el cómo lo hace, nos recuerda que el deber del historiador es poner el conocimiento al servicio del pueblo, como herramienta de emancipación, y no en una urna de celulosa ilegible dónde a buen seguro solo sirve al poderoso.
Gracias desde aquí al señor Taibo II por su pasión, su perseverancia, su rigurosidad y, sobre todo, su honestidad.