miércoles, 7 de junio de 2023

Cerrando el círculo (I) Vinieron para vencer

Estos textos que publico, no se si serán dos o tres entregas en los próximos días, no pretenden ser un análisis electoral al calor del 28M pasado si no más bien algo más amplio que trate de ver que ha pasado en los últimos catorce años desde que empezó la crisis económica en dos mil nueve hasta ahora. Intentaré no ser demasiado pesado y espero, sinceramente, contribuir a una reflexión más amplia y colectiva. Un abrazo.




El 10 de enero de 1981 el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional lanzaba su “Ofensiva Final” en El Salvador. La idea era combinar una serie de ataques guerrilleros junto a la sublevación de algunas unidades del ejercito y, que estos hechos, provocasen una insurrección popular que derrocase al gobierno criminal de Napoleón Duarte. Las cosas, como suele ocurrir, no salieron según lo planeado y, apenas dos semanas después de ese 10 de enero el Frente dio por terminada, y perdida, la renombrada como “Ofensiva General”. Así comenzó, oficialmente, la guerra civil de El Salvador.

En la siguiente fase del conflicto el FMLN se convirtió en una fuerza militar de primer orden y, casi, casi, en un ejercito regular. Ganaban terreno, capturaban prisioneros y hasta llegaron a tener, fruto de sus victorias, unidades de artillería. Todo esto en un país más pequeño que Galicia y con un apoyo militar y económico constante por parte de los EEUU.

En este escenario favorable la Comandancia General del Frente tomó una polémica decisión. Decidieron reinventar su forma de lucha. Disolvieron gran parte de sus unidades, renunciaron al control efectivo de gran parte del territorio ganado a costa de vidas y esfuerzo y hasta enterraron los cañones tomados al enemigo, quedándose tan solo algunos morteros. Una gran parte de los combatientes no lo entendieron. Muchos fueron licenciados y enviados al exilio, otros retornados a los movimientos de masas, dónde estaban más expuestos y tenían menos capacidad de defensa, y los más contrarios a esta decisión fueron ejecutados. Así son las cosas en tiempos de guerra.

La comandancia general, a la que se puede acusar de muchas cosas pero nunca de no entender y prever los derroteros bélicos del conflicto, entendió que de seguir el camino de la guerra convencional, pese al espejismo que suponían esos éxitos iniciales, equivalía a la derrota total en el medio plazo. La suya era una guerra civil, tremendamente política, en la que solo podían ganar si se olvidaban del mapa y se centraban en conquistar el corazón del pueblo. No podían ganar al ejercito gubernamental actuando cómo, ni convirtiéndose en, un ejercito gubernamental.


El 15 de mayo del año 2011 las calles y plazas españolas se inundaron de vida, indignación y rabia. Emulando, pese a no reconocerlo nunca en nuestra blanquitud, las protestas que el año anterior habían convulsionado al mundo árabe y al magreb.

El primer 15M fue pura potencia. Gentes de todas las edades, de todos los orígenes e identidades, en barrios y pueblos. También en el extranjero. Cómo en  todo magma de esas características no había un solo alma ni un solo objetivo. Es cierto que había temas, como los feminismos, que despertaron ampollas y roces pero, sin duda, era el sueño erótico y público de tod@s aquell@s que habíamos luchado de manera honesta y radical, extra parlamentariamente, contra el capital y, la mayoría también, contra el estado. Durante dos años, hasta que empezó el cansancio, el reflujo y se alcanzaron los límites propios de toda movilización el espacio público se convirtió en escuela de lucha.

Y entonces, cuando más necesaria era la sabiduría acumulada desde la derrota de la transición, cuando llegó el momento para el que nos habíamos preparado durante décadas en el ámbito libertario y los espacios autónomos, el de recoger, acuerpar y preparar todo el poso humano que había quedado después de la crecida de cara a la siguiente oleada de recortes y descontento, entonces digo, sucedió lo contrario a lo que sucedió en El Salvador de 1983.

Una parte de “nuestra comandancia general”, por miedo, por egos, por agotamiento, por necesidades vitales personales, o por otros motivos, decidió dar un giro de ciento ochenta grados a nuestra estrategia política de base y anti autoritaria. Basándose en un discurso del miedo a la derrota y a volver a lo de antes, y usando como apoyo el carisma personal de determinadas personas, nacieron varias iniciativas que planteaban el asalto a los parlamentos y las instituciones del estado así como, de manera más o menos clara, el abandono de las calles.

La diferencia entre el giro estratégico decidido por la dirigencia del FMLN y la cabriola del grupo informal, pequeño pero influyente, que desde dentro de los movimientos de carácter libertario dejaron de serlo y quisieron arrastrarnos con ell@s es fundamental. Los primeros, quizá por que se jugaban la vida literal y no simbólicamente en ello, comprendieron que el tablero de lucha en el que estaban era el elegido por el enemigo y, a la larga, sería su muerte. Que en la guerra social, como en todas las guerras, no gana necesariamente quien tiene más medios, sino quien despliega más ganas e inteligencia. Es decir, quien lleva la iniciativa, elige los escenarios y marca los tiempos.

Nuestr@s ex compañeras, por contra, olvidaron todo lo aprendido en los últimos doscientos años de movimientos socialistas y derrotas de clase. Decidieron abandonar nuestros espacios y actuar como si el el estado fuese neutral, un tablero de ajedrez en el que ambas partes cuentan con las mismas piezas y las mismas posibilidades salvo el movimiento de salida. Como si el estado no fuese una súper estructura, creada para la defensa de los privilegios y la acumulación  de poder cada vez mayor. Cómo si los funcionarios no fuesen seleccionados cuidadosamente, y aleccionados cada día, para que esa maquinaria de maquinarias funcione para lo que quiere la clase dirigente. Como si milenios de historia de la humanidad y de evolución política pudiesen ser cambiados en dos legislaturas por un grupo de amigos que se creen los más listos de la clase.

Nos vendieron que el estado es el gusano de especia y, ell@s, el Kwisatz Haderach. Que la revolución se puede hacer, como una serie, en un par de temporadas. Que los cambios se hacen porque tenemos razón y que las resistencias del sistema se derrumban con magdalenas y buenas intenciones.

Decidieron ir a luchar al terreno elegido por el enemigo, con los tiempos que marca el capital, usando las herramientas creadas por el poder. Para ello se sacrificaron los movimientos de base. En parte por la des capitalización humana de los mismos con la diáspora de militantes reconvertidos en candidatos y, en parte, por el trabajo consciente y denodado para erradicar asambleas y círculos. Se sustituyeron los argumentos por las consignas y se promovió la pasividad y la ilusión frente a la organización y el trabajo cotidiano.

Así nacieron y se desarrollaron Podemos y sus hijes autonómicos y municipales. Decían venir a vencer, dinamitar el sistema desde dentro o a marcharse al sitio desde el que habían venido y ser uno más de nuevo.



No hay comentarios: