Hace unas semanas publiqué este texto sobre el quipo cadete femenino de la Asociación Alacrán 1997 en facebook. Como algunos de mis amigos no estáis en esa red social pero si leeis este blog, os lo cuelgo aquí para que, si os apetece, le echéis un vistazo.
Hace poco menos de un mes Miguel Ezquiaga publicaba un articulo en El País sobre el equipo femenino de Alacrán, concretamente sobre el de la categoría cadete.
Este equipo, con tan solo dos años de andadura, ha pasado una temporada bastante dura.
Debido al poco interés que suscita el deporte femenino, como cualquier
otra cosa relativa a quienes no ostentan el privilegio de género, estas
muchachas han pasado una temporada entera mezcladas con equipos,
muchos, de mujeres dos y tres años mayores que ellas. Se han encontrado
polideportivos cerrados, horarios absurdos y hasta en tres ocasiones los
arbitros (siempre hombres, muchos de ellos instalados en la más
absoluta indolencia) no se han molestado en aparecer. Además, desde el
minuto uno, ante las quejas del equipo técnico, compuestos por dos
mujeres y un hombre, la respuesta del gestor municipal fue "que había
que ver, que este equipo daba más trabajo que todos los equipos de
chicos juntos".
No es nuevo. Las mujeres futbolistas estan
habituadas a los horarios más tardíos en invierno y, paradojicamente,
los horarios de mediodía en verano. A que los arbitros paseen por el
campo y les piten como si fuesen domingueros mirando a las ovejas en el
campo o que les apaguen los focos a mitad de partido pensando que ya no
queda nadie en el polideportivo, entre otras lindezas.
No quiero ni
imaginar que pasaría si un gestor deportivo municipal permitiese
semejante desdén en polideportivos y arbitros en las ligas masculinas.
Rectifico, ni siquiera soy capaz de imaginar a un gestor municipal que
no se tome en serio las ligas masculinas.
Ayer este equipo de
adolescentes luchadoras, tras un partido de infarto, en los penaltis, y
tras desperdiciar una ventaja de dos a cero, eliminó a las campeonas de
la liga y se clasificó para la final del torneo primavera.
Hoy, a
las ocho y media de la mañana, después del esfuerzo de ayer, de haber
pasado toda la tarde del sábado en otro torneo y de haber renunciado (o
no) a ir a las fiestas del barrio me las he encontrado calentando en la
puerta de un polideportivo, cerrado, para la final que empezaba a las
nueve.
Ha sido un partido muy intenso. Muy disputado. Subjetivamente
siento que nuestras chicas han jugado bastante mejor contra las
segundas de la liga.
Me ha fascinado ver, en un partido, lo que han
mejorado en estos dos años de esfuerzo duro y trabajo constante no solo
para aprender un deporte, sino para derrotar todas las dificultades
institucionales, formales e informales, que les niega el derecho no solo
a jugar, sino también a ser respetadas por ello y en ello. No soy su
entrenador pero las sigo de cerca y voy a sus entrenamientos a menudo.
Se como se lo curran y los problemas, de grupo e individuales, que han
superado estos dos años. Asistidas tan solo por unas entrenadoras, que
como ellas, aprenden sobre la marcha no solo de futbol, también de
psicología practica.
Lo han dado todo. Como siempre.
El momento
más emocionante, para mi, ha sido cuando a una de nuestras capitanas la
han derribado, por segunda vez, en pleno contra ataque, sola ante la
portera, y ha caído de morros al parquet haciendose bastante daño.
La grada, nutrida de familias, ha rugido entre quienes veían falta y no
veían nada. Por un momento parecía que el bochorno de progenitores que
le roban el protagonismo a la cancha iba a repetirse. Ignorando la
decisión arbitral, y consciente que de la magullada capitana estaba bien
atendida por entranadoras y compañeras, una de las alacranas ha cruzado
todo el polideportivo, desde su banquillo, y se ha plantado delante de
uno de los chillones, su padre. Le ha llamado al orden. Cuando éste ha
intentado protestar le ha cortado en seco y le ha ordenado de manera
cariñosa pero contundente que se callara. Se ha dado la vuelta y se ha
ido al banquillo.
No es casualidad. En Alacrán, en su consejo de
adolescencia, en la organización de los campamentos y de actividades de
formación y ocio esta joven y otras muchas de los equipos cadete y
senior hace tiempo que llevan la iniciativa y que nos enseñan, día a
día, otra forma de trabajar y construir comunidad.
Mientras las veo
jugar y organizarse se me olvidan mi pesimismo vital y político, el
teatro de mala calidad que ofrece la casta política (de nuevo o viejo
cuño) de este país y hasta el resultado del partido. Y pienso que quizá
no estaban tan equivocados aquellos que afirmaban, en otro contexto, eso
de que nuestro día llegará.
En el peor de los casos encaro el día con alegría y el futuro con un poco más de optimismo, pese a mis renuncias de ayer.
Os enlazo, una vez más, el mentado articulo.
Un abrazo a todas y buen domingo a tod@s.
Ah, no se me olvidaba, han ganado el torneo
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