martes, 23 de julio de 2019

El niño de Hollywood

Los hermanos, dos de los tres que son, Martínez D’Abuisson, Juan y Óscar para los amigos; Óscar y Juan para los que además están obsesionados por el orden de llegada, presentaron esta primavera su último trabajo.

Éste libro a cuatro manos, que en España ha sacado la editorial Debate, se llama El niño de Hollywood; Una historia personal de la Mara Salvatrucha.

Óscar y Juan se adentran
Portada de la edición en España
de nuevo en el mundo sórdido de las pandillas y las maras.

Digo de nuevo porque, para los que no les conozcáis, Óscar “el periodista” y Juan “el antropólogo” han trabajado bastante estos temas. El menor de los hermanos ya publicó en España, con Pepitas de Calabaza, el libro Ver, oír y callar. Un año con la Mara Salvatrucha.
En cuanto a Oscar lleva años investigando y publicando, tanto en el periódico Elfaro.net como en otros medios, trabajos periodísticos y crónicas sobre este fenómeno social.

A El niño, como pasa con cualquier otro libro, podemos acercarnos desde distintos lugares. Podemos llegar a él desde el interés antropológico; desde la afición a la buena crónica; por un snobismo barato manifestado en una obsesión por los grupos mafiosos y marginales de moda; también desde una suficiencia pedante de quien cree conocer algo de tan complejo asunto;  para tratar de entender mejor a algunos de nuestros nuevos vecinos que llegan allende los mares o desde el desconocimiento más absoluto habiendo sido víctimas de un librero perverso o seducidos por la cutre pero efectista portada. Entre otras muchas opciones.

En  El niño, a diferencia de lo que pasa con muchos otros libros a los que podemos llegar desde muy diferentes lugares, vamos a encontrar una de esas obras que contienen muchas obras.

Para quienes se queden solo con la primera capa de la cebolla estamos ante una especie de hagiografía inversa centrada en un delincuente sin escrúpulos. Pero El niño es en verdad mucho más que eso. De hecho y para ser sinceros el subtítulo se le queda muy corto.

Este libro, aparentemente escrito de manera ligera,  es un relato desgarrador y nada fácil de leer. Me explico. No es ni mucho menos  una obra para académicos cargada de esdrújulas y sobreesdrújulas y ornamentada con términos solo aptos para iniciados. Que va.

No es fácil de leer porque, escrito en lenguaje asequible, a ratos coloquial, los autores nos obligan a no bajar la guardia ni un minuto. No es fácil de leer porque, en forma de crónica periodística, los autores han trenzado un riguroso y serio trabajo de análisis crítico sobre el fenómeno de las pandillas. Óscar y Juan no se conforman con seguir la vida de un nadie dando aquí y allá pinceladas de ingenio para hacerla atractiva y comercial.

 Se zambullen, esbozan, retroceden y avanzan, con la excusa de su protagonista, en un proceso histórico que hunde sus raíces antiguas hace ya casi dos siglos y tiene sus detonantes en las cuatro últimas décadas.  La verdadera miga de éste libro está sin duda ahí. En los datos y los hechos que nos dan el contexto para que la mísera historia de un asesino de pueblo sea merecedora de un libro. En aquello que el lector rápido o despistado podría considerar el Atrezo.

Lo que nos cuentan Juan y Óscar con la excusa de su antihéroe y alrededor de este es, simple y llanamente, como se construyen el caos y un estado fallido. Como se hace para que, con tiempo y esfuerzo, toda una sociedad sea derrotada y destruida. Y, lo más meritorio, como conseguirlo y que parezca además que los responsables son sus segundas mayores víctimas. Los victimarios de a pie. Los esclavos que decididos a no ser los últimos en esta cloaca, a no dejarse avasallar, solo pudieron lograrlo exprimiendo y machacando a los suyos para, simplemente escalar un peldaño.

Este libro, que inevitablemente recuerda y complementa otro de Roberto Valencia que lleva por título Cartas desde Zacatraz, es básico para entender no solo la realidad en pequeñas e ignoradas regiones del mundo, sino también una realidad que ya nos está cayendo encima. Un aviso para navegantes que nos muestra dónde nos  llevan las medidas tomadas desde el miedo, la indolencia y la segregación.

Esta descripción que nos brindan los autores no solo es una estampa de lo que queda detrás, en el callejón paralelo a la avenida comercial, del escaparate liberal. Del sálvese quien pueda. Del individualismo capitalista.

Es una visita guiada al basurero de la historia. Sin el glamour de un capítulo de Black Mirror pero mucho más inquietante.

A fin de cuentas este cuento de terror es real. Sucede cada día y ya, “a los del norte”, nos viene pisando los talones.

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