martes, 20 de agosto de 2019

Noticias de verano


                   


        El caso es que andaba yo dudando bastante sobre que escribir esta semana. Empecé algo, que sin dejar de ser importante no corre prisa, sobre asambleas y movimientos sociales; le di vueltas al aniversario del asesinato de estado de Nicola Sacco y Barolomeo Vanzetti; y ya me había decidido finalmente por una reseña de la película que vi ayer, la última de Tarantino, cuando me he encontrado esta mañana con la última oferta de gobierno presentada por Podemos al equipo de Pedro Sánchez.

Un primer (y último, que la vida no es eterna y hay que dosificar los malos ratos siempre que se pueda) vistazo a las propuestas me dejan con la sensación de que estamos ante el momento ese de muchas series que al principio cada capítulo nos comentan eso de “en episodios anteriores”.

Las cuatro propuestas son tan parecidas entre si que parecen la misma cambiando el orden de las palabras. La respuesta del PSOE, pública a la altura en la que yo me he podido sentar a escribir, es también la misma vieja canción. Ni me he molestado en leer sus argumentos pero sospecho que lo que un amigo y yo hablábamos por teléfono al leer la noticia, que Sánchez diría No, es también lo que esperaba la ejecutiva de podemos.

Es más, la comisión negociadora tenía elementos elegidos ex profeso para demostrar hasta que punto el documento de esta mañana es más el comienzo de campaña podemita que una propuesta seria.

De sus seis miembros, solo dos de ellas mujeres, cabe destacar a dos por la confianza que le inspirarían a cualquiera, a saber.

Enrique Santiago, el actual secretario general del PCE más mustio de la historia, y al que podríamos definir como un tipo que hubiese sido un perfecto comisario político a escala de compañía, quizá de batallón, pero nunca más allá de un regimiento,  dotado de una gran disciplina, alguna capacidad organizativa, bastante menos empatía y nula imaginación.

Y Pablo Echenique quién en tan solo cinco años, y tras haber pasado por todas las escasas facciones de esa desorganización política, ha logrado ser una especie de Lavrenti Beria al servicio de Pablo Iglesias Turrión. No solo  por su condición de brazo ejecutor inmisericorde, sino por lo zafio de algunas de sus declaraciones durante las purgas internas cuya autoría pública no tiene problema en asumir como si fuesen propias, por más que se le vean los hilos. 

Como escudero se han llevado a un señor que tras toda una vida aspirando a ser el primer diputado ecologista de la historia de España solo ha logrado su acta, como casi todos en ese partido, por salir mucho por la tele y conocer al líder de tiempos pretéritos y no por que tenga una masa detrás que le apoye e inquiete, por poco que sea, al enemigo. 

Por último, ya que la trayectoria política de las diputadas la desconozco y no me gusta hablar de lo que no sé, está Jaume Asens. El único de quién me atrevería a no desconfiar de primeras en una reunión y a quien reconozco su condición de gran abogado y su trabajo realizado al servicio de los compas catalanes. De hecho es por esto que no descarto que su misión en esa embajada imaginaria sea la de asegurarse de que nadie meta la pata demasiado y la de aportar lo que al resto de los señoros les falta. Credibilidad, imaginación y puede que sentido común. Vamos,  que está ahí para que nadie salga herido.

Supongo que la única razón por la que no se ha incluido a Rafa Mayoral en ese grupo es porque  al paso de semejante comitiva sonaría, sin necesidad de que ningún dispositivo electrónico la estuviese reproduciendo, la marcha imperial de La guerra de las galaxias.

Da la sensación, decía antes, de que PIT  ha asumido que las elecciones son inevitables y con su estilo carrillista de querer llevar la iniciativa táctica, aunque carezca de capacidad estratégica, presenta este memorándum como arma que utilizar dentro de un mes y medio para gritar a los cuatro vientos que el hizo todo lo posible, como buen estadista y mejor adalid del pueblo, para que no se repitiesen las elecciones. Para que no se abriese la puerta a que el PP y sus socios puedan recuperar, llegado el caso, la mayoría en la Carrera de San Jerónimo.

Vamos, que si a mi me enviasen semejante equipo de interlocutores para una negociación confiaría en los resultados de las mismas tanto como en que un partido con toreros en sus listas se interesa por el bien estar animal.

Por otro lado soy consciente, en mi condición de hombre de a pie,  de que carezco de más información que la que me dan los media, por lo que puede que todo sea una farsa y que Podemos haya aceptado su derrota. Que solo esté cacareando mucho para poder pedir, llegado el caso, a sus resignados inscritos que es o su claudicación votando presidente o el Caos del trifachito. Soñando con poder amenazar al gobierno en tiempos de crisis con retirarle su apoyo y, quien sabe, sobre todo si el PSOE se desgasta con sus medidas, recuperar terreno perdido en unas hipotéticas futuras encuestas. Divinas encuestas que son quienes marcan, por desgracia, a día de hoy la hoja de ruta.

Al final no se me escapa que le damos a los tribunos mucha más importancia de la que tienen y siento que nos queremos a nosotros, individual y colectivamente, mucho menos de lo que nos merecemos. Lo que a ellos les fortalece y a nosotros nos inmoviliza.

 Y mientras rumio que no me gustan nada ni como he terminado este pequeño post ni las nubes oscuras que se avecinan, y que quizá debería haberos hablado de mi última visita al cine, no deja de venirme a la cabeza aquel estribillo de “poco pan y ...”

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