miércoles, 14 de agosto de 2019

La fasciscitación del estado español. Instituciones y sociedad (año 2000)

Corría el otoño del años dos mil, era domingo, y yo acababa de llegar a casa de trabajar.
Sonó el teléfono y resultó ser un desconocido que se identificaba como periodista de la revista Ardi Beltza (o de su sucesora Kale Gorria). Quería que escribiese un artículo para el especial anual de su publicación que tendría que salir para navidades. La temática exacta ya no la recuerdo, pero en mi condición de militante de un colectivo dedicado a la recopilación de información anti fascista por ahí iban los tiros.

Intenté pasarle el marrón a mis compañeros de colectivo pero ya todos habían declinado y me habían señalado como el más adecuado para escribir lo que nos pedían.

Supongo que  fueron una combinación de ego y disciplina militante las que me hicieron aceptar el encargo para descubrir, nada más dar el si,  de que querían poco más de tres mil caracteres y que los necesitaban antes de las diez de la mañana del día siguiente.

Hoy hubiera actuado de otra forma. Es más, años más tarde el mismo sujeto me llamó, sin recordar quién era yo, con otro marrón semejante y me negué en rotundo.

El caso es que, nada más colgar, me puse manos a la obra. Eran casi las once de la noche. Terminé a las dos de la mañana.  Sin poder corregirlo, ni casi contrastarlo con amigos o compañeros, lo envié por fax desde la agencia UPA, allí donde unos locos con pocos medios y muchas ganas se empeñaban en hacer contra información en los tiempos en que Internet apenas empezaba a despuntar para los vulgares mortales.

Se me fue la mano y les mandé veinte mil caracteres firmados con un nombre que no era el mío y que le había tomado prestado a un joven asesinado por un facha en Alicante en los años setenta y que recibió, como era lo habitual, poca justicia.

Cuando llegó el volumen que incluía mis lineas a Traficantes de Sueños, aún en la calle Hortaleza, yo me mordía las uñas de la emoción, para que negarlo.

Entendí que dado lo extenso de mi trabajo lo recortaran, si bien podrían haber tratado de consensuar un poco los tijeretazos. Lo que me sentó a cuerno quemado es que cambiaran el seudónimo por miedo a que la familia del finado, pasados los años y con las tendencias políticas del momento, nos denunciase.

Hace un par de semanas me encontré el original, manuscrito en hojas de examen de la facultad de historia de la Complutense, mientras escarbaba entre papeles viejos.

He decidido subirlo aquí tal y como lo escribí entonces, solo haciendo una pequeña e incompleta corrección de estilo que aquella noche no pude permitirme. Básicamente he quitado redundancias. El resto lo dejo como lo expresé. Algunas cosas hoy no las veo igual, otras si.

En cualquier caso me ha parecido curioso, y quizá os lo parezca a ustedes, como veía yo, como escribía yo, en que andábamos ya, o no, ustedes y yo hace diecinueve años.

En cualquier caso pido disculpas por las erratas, nunca por la juventud e inexperiencia mía de aquel entonces.

Un abrazo



        La fasciscitación del estado español. Instituciones y sociedad

    1. Introducción :

        Cuando hablamos del fascismo en España y nos planteamos si nuestra sociedad es fértil caldo de cultivo para las ideologías totalitarias es fácil caer, sobre todo si se peca de simplismo, en la tentación de pensar que los pueblos que habitan el estado español no solo no tienen una mentalidad cercana al fascismo si no más aún, una mentalidad bastante progresista. Nada más lejos de la realidad.

        Lo primero que debemos recordar es la historia. Y la historia del pueblo español cuenta (o no, según quien la escriba) que hasta hace solo 25 años (44 ahora que rescato el texto) gobernó un individuo que se había hecho con el poder de manera definitiva a nivel territorial en 1939, tras una sangrienta guerra encaminada a instaurar un régimen fascista. Objetivo para el cual exterminó a cientos de miles de españoles, obligo al exilio a otros cientos de miles y sumió en el terror absoluto, durante las décadas que duró su gobierno, al resto.

        Si hago esta retrospectiva histórica es porque pienso que lo primero que hay que entender para analizar si esta sociedad es fácil presa para las alternativas fascistas es que todas las personas mayores de treinta o treinta y cinco años se han criado en una dictadura militar y han padecido sus sistema educativo y sus valores siendo muy poca la gente que tuvo la opción de educarse de manera diferente.

        Esta falta de tradición democrática de generaciones de españoles es necesaria para comprender los sucesos que tendrán lugar más adelante  y que hoy en día se dan ya de manera mucho más descarada.

        La primera consecuencia de esta falta de cultura democrática (de la falta de cultura revolucionaria ni hablamos) tendrá lugar durante la mal llamada “transición democrática”  donde casi todos los grupúsculos surgidos como hongos en primavera tras un breve sarampión se lanzaron a copar puestos en organizaciones con renombre. Por su parte, salvo excepciones, los centenares de miles de trabajadores que en los últimos años de la dictadura, que coincidió con la crisis del petróleo, optaron por comprarse la moto de la “reforma”. Pienso que su opción fue desde esa educación recibida, tradicional, en el miedo miedo a las rupturas.

        Este modelo transicional fue hasta tal punto un éxito que muchas dictaduras que se vieron obligadas a desaparecer por las presiones internacionales afirmaban que querían un modelo de transición a la española.

        Así, a partir del 78, de lo que se trata es de lograr que una sociedad conservadora, con algún barniz progresista, acepté una continuidad en el modelo de fondo y creyéndose de izquierdas acepte legislaciones de corte cripto fascista. Más de veinte años después se puede decir que el circulo se ha cerrado con un grado de éxito importante.

2. Situación actual :
    
        El sistema capitalista aprendió a lo largo de la guerra fría que es mucho más fácil y cómodo mantener al pueblo de los distintos países  controlados por medio de ficciones democráticas  que bajo las botas de las dictaduras militares, sin necesidad de cambiar por ello ni el fondo económico, ni muchas de las leyes, pudiendo llegar a ejercer la represión de manera más profunda y contundente llegado el caso. Evidentemente con las peculiaridades propias de cada país.

        En el caso español, una vez más, la educación es uno de los pilares básicos. Educación que podríamos dividir en educación docente y educación cotidiana. La primera sería la impartida en los centros educativos y la segunda la que se da de manera propagandística por todos los medios propagandísticos posibles (medios de comunicación, música, cine, literatura....).

        El modelo educativo cada vez más nos forma de manera uniformada, una visión del mundo desde un único punto de vista y sin capacidad de pensamiento crítico o interés por investigar más allá de lo permitido.

        Así podemos percibir en la misma academia ese descarado afán ideologizador en temas tan evidentes como la unidad de España en la eternidad. A día de hoy se sigue hablando en las universidades de la España romana, la Reconquista de España, etc. Hasta el punto de que mientras que de más de ocho siglos de presencia musulmana solo podemos recordar dos califas y un general la lista de reyes o nobles cristianos en ese mismo periodo es bastante más larga. Por no hablar de que sus hechos son narrados como gestas heroicas y de liberación.

        Paradojicamente, la expansión imperialista a partir del siglo XV, no es interpretada como tal. Se transmite como un encuentro entre culturas, con sus errores, pero inevitable y positiva. Es más, se tiene a bien simplificar los procesos y llevarlos al maniqueísmo comparando la expansión  castellana, a los ojos españoles, humana y mestiza con la anglosajona que sería de tipo genocidio.

        Desde los centros educativos, salvo excepciones, se mantendría esa visión imperial de la historia que se cultivo en los tiempo de la dictadura, empeñada más en crear una mística gloriosa que en describir un proceso colonizador analizando sus causas, formas y consecuencias.

        Todos los fascismos inventan un pasado unificado, a ser posible heroico, que una a la comunidad en la que someten. Todos los fascismos buscan un imperio que crear con el que desviar las tensiones de clase permitiendo a sus explotados estratificarse y tener a su vez alguien por debajo a quien putear. España es una, España es grande y desde el setenta y ocho, nos cuentan, España es libre.

        Más allá del pasado glorioso y la unidad territorial están la constitución y el ejercito. Esa constitución de la que se nos recitan cuatro artículos escogidos para que nos parezca maravillosa y un ejercito que ha pasado de ser una de las instituciones más desprestigiadas a ir escalando puestos gracias a millones en publicidad y lavados de cara a través de la difusión de sus “misiones humanitarias”, generando entre los más jóvenes la falsa sensación de la necesidad de los ejércitos para estas labores.

        Por último se enseña a los jóvenes a ser competitivos e individualistas. S la carrera por el éxito en la que la solidaridad queda como algo profesionalizado y gestionado por entidades casi siempre ajenas a la población. Además ésta solidaridad queda restringida a ser ejercida  de manera indirecta, desde la tercera persona, no de manera directa. Paga un kilo de arroz, apadrina un niño, manda un SMS.... Quedan fuera la interacción y el trabajo de base tipo instituto-barrio, estudiantes-trabajadores etc.

        En lo que a la educación no reglada, la de los medios de comunicación, nos encontramos con una función disciplinadora con escasos espacios para el pensamiento independiente y los que se dan, lo son de manera controlada. Su función, dar a conocer lo que  se quiere desde el poder, cuando y como este quiere, a toque de silbato. Invisibilizando luchas sociales y conflictos aquí y bombardeándonos con lo mal que se vive en otros sitios, por ejemplo.

        También tienen un papel movilizador o desmovilizador, según interese. Un ejemplo de lo primero sería las movilizaciones tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco y de lo segundo las huelgas de camioneros de hacer tres años que se desinflaron cuando la televisión anunció en los telediarios que se había desconvocado pese a que ellos no lo habían decidido aún. La mentira como propaganda convertida en verdad al más puro estilo de Goebbles.

        La represión directa, por su parte, también comienza a adquirir cotas que muchos hubieran pensado imposibles hace no  mucho.

        Por un lado la cárcel como centro de exterminio, científicamente probado, en los que se destruye a las personas sin necesidad de matarles. Cambiando cámaras de gas por drogas y SIDA y, llegado el caso, el tiro de gracia por el suicidio en la celda. Viejos métodos hoy más sutiles.

        Por otro, la policía, que poco ha cambiado desde la dictadura más allá de la modernización en los aspectos técnicos y que junto a los servicios de inteligencia acapara una gran cantidad de información totalmente fuera del control ciudadano en manos de cuadros formados en la dictadura o por quienes se formaron en esa dictadura.

        La relación de la policía, de muchos de sus miembros, con el fascismo militante es directa y evidente. Desde unidades de antidisturbios que lucen en sus cascos simbología de grupos como bases autónomas hasta la participación en acciones de comando como los asesinatos de Lucrecia Pérez (13/11/1993) o el del diputado Josu Muguruza (20/11/1989). Además en los órganos de expresión de los grupos fascistas es habitual el llamamiento al entrismo en las Fuerzas de Orden Público.

        En el aspecto legal se esta produciendo un endurecimiento de las leyes encaminado a perseguir cualquier acto o movimiento considerado subversivo desde el poder. Reformas acompañadas de golpes y montajes jurídicos y policiales como fueron el cierre del diario Egin o la reciente detención de toda la dirección de Ekin. Sobre el cierre del periódico ya ha quedado claro que se hizo sin pruebas y sobre el segundo solo se han dado explicaciones vagas pero ninguna contrastada de manera contundente.

        Se trata de ataques descarados contra cualquier oposición al statu quo y no se corresponden con lo que se espera de un estado de derecho como aquel que se supone en que vivimos, fruto de las revoluciones liberales contra el antiguo régimen, si no que más bien se corresponden con actitudes propias de estados autoritarios. Donde no existe la democracia y el poder es ejercido de forma total por el estado.

        Estos ataques no se ceban exclusivamente con la izquierda independentista vasca. Estos atropellos los sufren principalmente, y de manera más virulenta si cabe, los trabajadores extranjeros en nuestro país y los pobres en general. Con la diferencia de que los migrantes y los marinados sociales carecen de un movimiento fuerte con los que enfrentar al estado.

        Precisamente estos colectivos son victimas de otra práctica de control y extorsión social muy aplicada y generalmente muy exitosa, que es la aplicada por los servicios sociales de barrio y sus ejecutores directos. Los trabajadores sociales.

        En los barrios conflictivos el trabajador social se documenta acerca de cada familia, husmea en cada domicilio, y realiza informes que van directamente a los archivos de cada organismo oficial hasta que su uso sea necesario. Pero además, en última instancia, es el trabajador social quien tiene el poder de decidir que familias reciben, y cuales no, las ayudas. En los momentos de crisis, cuando las ayudas son más necesarias, las condiciones para recibirlas se endurecen y exigen una sumisión tremenda por parte de los receptores, de tal forma que quien  obedezca tendrá ayudas y quien se muestre rebeldes, no.

    Los pobres rebeldes van a la cárcel, no reciben ayudas y llegado el caso, por orden judicial, pueden ser separados de sus hijos si su hogar no se considera adecuado para educar correctamente a los niños.
   
    Dado que el estado es quien tiene la potestad última en esta situación y que aunque , a día de hoy, solo interviene en lo que se conoce como familias desetructuradas la infraestructura está preparada para cuando se deba incluir en esa categoría a familias por motivos ideológicos.  Los trabajadores sociales, en cada momento, son fruto de su época y esto puede incluso darse sin órdenes expresas de las administraciones.

    Más allá de cada trabajador social por separado, que sería la primera linea como ya hemos dicho, y aunque los resultados iniciales no fueran negativos no podemos olvidar que esos informes, todos esos datos, van a los archivos del estado y están fuera de nuestro alcance.  Un ejemplo del riesgo. Cuando en 1933 los nazis se hicieron con el gobierno en Alemania los uniformes de los trabajadores sociales, redactados a lo largo de la República de Weimar, y que contenían datos como ayudas, hurtos, impagos en el autobús, etc fueron utilizados por el estado nacional socialista como fuente de datos principal para decidir quienes iban a los campos de concentración o eran merecedores de las esterilizaciones forzosas.

3. Derechización de la sociedad:
   
    A la par que se producía la fasciscitación de los aparatos del estado se ha producido el proceso de Derechización social que ha hecho posible este camino sin apenas tensiones sociales.

    Este proceso no ha sido espontaneo y para acelerarlo el sistema ha utilizado el viejo, pero eficaz, sistema de creación de enemigos internos y externos. En mi opinión cada uno de ellos con objetivos distinto de cara a las adhesiones que pretende.

    El enemigo interno cuyo objetivo era el silencio y la connivencia del pensamiento progresista, izquierdoso y cultureta, que todavía se ve a si mismo en el eje de la izquierda, ha sido sin duda el Movimiento de Liberación Nacional Vasco.

    El MLNV, más allá de que no comparto sus estrategias,  se ha convertido en el monstruo, magnificado, presentado a la sociedad española como un peligroso enemigo que pone, por si mismo, en riesgo nuestro sistema democrático. Ha sido usado como punta de lanza en la propaganda para asimilar que la violencia, desde la oposición, es inaceptable. Y que solo son validas las reivindicaciones si se hacen desde la tolerancia y la no violencia.

    Este mantra desde el poder ha sido masticado por artistas e intelectuales supuestamente de izquierdas y anti franquistas a fin de que aquellos a quienes iba dirigida,  principalmente la clase media progre, la digirieran mejor.  Este aparataje mediático, masivo, ha permitido que se aprueben sin apenas oposición medidas legales, en teoría, solo para los vascos terroristas, pero que ya sufriremos el resto de la sociedad llegado el momento.

    En cuanto al enemigo exterior, la inmigración, es también magnificado por los voceros del sistema con el fin de que traguemos con carros y carretas. En este caso el objetivo a rendir con este enemigo es el de una inculta y des concienciada clase obrera que se ve amenazada por la marea negra que, gracias a los telediarios, vemos que viene a invadirnos y quitarnos el trabajo.

    El resultado es que una sociedad que hace veinte años no se consideraba racista, aunque lo fuese, ahora ve al emigrante como un competidor y un enemigo causante de su precariedad o paro. Ese racismo actuá ya de manera organizada no solo en explosiones espectaculares como la de El Ejido. También otras muchas zonas están siendo ya testigos de ataques xenófobos y racistas ( La vega baja del Segura en Alicante, Tarrasa, etc.)

    Hoy por hoy, tras el breve repaso que hemos hecho al panorama que tenemos, pienso que nos encontramos en un momento crítico en que cabe reconocer que el estado y el capital han jugado muy bien sus cartas.

    Tendremos que reflexionar seriamente cara la futuro ya que nuestra sociedad es cada vez menos permeable a nuestro discurso. El tiempo juega en nuestra contra y si nos descuidamos será demasiado tarde.

    Miquel Grau

    Madrid, 16/10/2000   


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