miércoles, 18 de septiembre de 2019

Cuando no eramos soldados


En el año 2001 el gobierno de José María Aznar finiquitaba definitivamente el Servicio Militar Obligatorio. Se trató de una victoria de la izquierda militante y más en concreto del antimilitarismo que había logrado forzar el fin de una imposición, de un rito de paso si se quiere, que obligaba a que todos los hombres nacidos como tales pagásemos un tributo de tiempo en los cuarteles o, más delante, como esclavos de las ONG en una cosa que se llamó Prestación Social Sustitutoria.

Tras años de luchas, de juicios, de condenas, de penas de prisión para unos pocos, de cientos de ordenes de busca y captura y de hasta algunas muertes de compañeros insumisos, un movimiento difuso y desestructurado que desde un pequeño núcleo había contaminado al resto de la izquierda logrando que se llegase a la cifra de 10000 insumisos declarados,  logramos que el estado español diese su brazo a torcer.  Hasta tal punto había aceptado el ejercito su derrota en ese frente que las últimas tandas de insumisos, si no la liaban con manifiestos, presentaciones públicas y demás, tenían muchas posibilidades de no ser acusados de nada. Por una vez en la historia el ministerio de defensa español parecía estar dispuesto a vivir y dejar vivir.


Fieles a nuestra tradición, compartida con Aníbal de quien los historiadores romanos decían que sabía como lograr la victoria pero no como explotarla, no hicimos una reflexión de conjunto, seria y en profundidad, de como habíamos logrado ese éxito. Y nos lanzamos a las siguientes batallas con un voluntarismo carente de cabeza, sin meditar nada.

Al poco de anunciarse que se acababa "la mili" miles de españoles varones recibimos una carta en la que se nos informaba que el ejercito nos había pasado a la Reserva Activa. Es decir, que aunque no había SMO, durante dos años, seguía disponiendo de nuestras vidas. Esa carta se la enviaron, a su estilo, incluso a los insumisos. A todos. A los que habían sido juzgados, a los que habían ido a la cárcel, y hasta los que habían sido insumisos cuarteleros. En plena borrachera  triunfalista no se le dio casi importancia al hecho y solo los grupos específicamente antimilitaristas hicieron algo al respecto.

Yo, por mi parte, emocionado e impelido por el interés que tan magna institución había demostrado en mi persona después de que yo dejase de pedirles prorrogas, si no recuerdo mal, tres años antes con la esperanza de poder decir que intenté ser insumiso pero que el curso de la historia me lo había impedido (lo que viene siendo un nadar y guardar la ropa, haciendo las cuentas de la vieja, para subirme al caballo ganador con todo el bacalao ya vendido) decidí contestarles con mi propia carta. Era lo mínimo que podía hacer.

 En aquel momento algunas compañeras y compañeros del Molotov, nuestro periódico de la época,  me pidieron publicarla. Lo hubiese hecho de no ser por que en el original hacía referencia a un hecho sucedido en el seno de mi familia y que a mi padre, cuando leyó la carta, le resultó muy doloroso. El verlo ahí, en tono de mofa.

Hoy, dieciocho años después de haberla escrito, he decidido publicarla aquí,  para que lo leáis los y las colegas, modificando simplemente el párrafo de la discordia. Yo, en su día, me divertí escribiéndola. Está viejita y aún así espero que os arranque una sonrisa.



    A la atención del oficial responsable de la oficina:

Habiendo recibido hace apenas una semana la notificación de que he sido “pasado” a la reserva y que por ello debo notificar, si ocurriere, “cualquier cambio de residencia o domicilio” a la par que la magnánima noticia de que a pesar de todo sigo adscrito a las leyes civiles les informo de lo siguiente:
1º-Me niego a ser pasado a ninguna reserva sin que se me consulte antes aunque este “pase” vaya acompañado de  la promesa de que en la reserva tenga la posibilidad de catar los mejores caldos de la tierra.
2º-Considero que no tengo porque informar a nadie con quien no tengo relación de amistad alguna si me cambio o no de domicilio. Máxime cuando no lo hice siquiera en los tiempos en que la amenaza del servicio militar obligatorio pendía sobre mi cabeza como la espada de Damocles (no se ofendan, esta ultima expresión no es ningún insulto). Es mas, les reto a que me encuentren y les doy unas pistas, estoy pensando en huir a Laos como hiciera el insigne exdirector de la benemérita  Luis Roldan o bien mudarme a la Tierra de fuego y abrir una granja de Chamacos para comerciar con su carne y su piel. Si finalmente me encuentran me habrán demostrado al menos un mínimo de interés por mi y a quien  me capture le regalaré un bonometro y un kebab.
3º-Residencia y domicilio son prácticamente la misma cosa así que nombrarlas de seguido en el contexto de la epístola que me han enviado es cometer una redundancia por lo que les recomiendo un libro de estilo.
4º-Desde mi mas tierna infancia he sido considerado por familiares, vecinos y amigos como un cobarde irredento incapaz siquiera de hacer frente a problemas tales como dormir con la luz apagada, ir solo por las noches al cuarto de baño o asumir que tras el ridículo espantoso del día del centenario pueda ser que  el Madrid tampoco gane la liga y la Copa de Europa.
5º-Los hermanos Marx eran cinco  aunque uno de ellos nunca salió en las películas( por cierto, estos hermanos ni son comunistas ni tienen nada que ver con ese pesado de las barbas que se estudia en COU)
6º-Dentro de mi familia existe una larga tradición de errores a la hora de apuntar que terminaron con la muerte de oficiales del “mismo bando” siendo un hecho conocido que un primo segundo de un tío de mi abuela confundió a un general de división con una codorniz y solo se dio cuenta de su error cuando lo sirvió en la mesa, pero supongo que no importa porque fue a finales del siglo XVIII. Así pues seria una pena que mi mala puntería pudiera tener como resultado un desagradable accidente que nadie desea.
    7º-Teniendo en cuenta que soy un hombre irresistible y que además soy un poco Gay(maricón, pa entendernos) corremos el riesgo de que en poco  tiempo contamine a toda la susodicha reserva y supongo que a los varoniles jefes de su estado mayor esto no les guste, por lo que estoy dispuesto a hacer este enorme sacrificio a favor de la defensa de este país, ¿o se llamaba España!!!?. No lo se, al grano.
    Teniendo en cuenta todas estas cuestiones y otras que me reservo para mi considero finiquitada nuestra breve pero intensa relación en este mismo instante.
    Atentamente mío, XXXXXXXXX

        Fdo:


    Recomendaciones finales:
Si realmente desean hacer agradable el ejercito deberían  dejar de dar esas horribles galletas Maria que suelen estar revenidas y cambiarlas como mínimo por las del Príncipe de Bequelar, cambiarle el nombre al generalísimo Franco( el hospital, no al muerto)por Mónica Naranjo o algo así modernillo y con gancho.
    Se me ocurren cientos de ideas para recuperar la imagen de su glorioso ejercito(ese que desde Rocroi solo gano batallas a moros y obreros) pero dudo que sus democráticos mandos estén por acciones de disculpa tales como retirarles las Laureadas de San Fernando a los generales Yagúe, Quipo, Moscardó...

    Con muchas mas cosas que decirle, pero sin tiempo ni ganas de hacerlo se despide un siempre civil y civilizado ciudadano. Un saludo.










2 comentarios:

rompescobas dijo...

Contigo siempre se aprende algo....No sabia lo de la carta enviada a los reservistas...., mas de uno fliparia

Ivan Delgado dijo...

Ostia, es verdad lo de la carta. Ya ni me acordaba. 🤣🤣🤣🤣