sábado, 23 de marzo de 2024

El madero del Molo

 Entre las cosas terribles que tienen las mudanzas, sobre todo después de años en un mismo lugar, es la bofetada que nos da a la memoria todo aquello que un día guardamos, ya fuese con cariño, prudencia o desgana y que, ya olvidado, reaparece de repente entre las cosas que debemos trasladar o archivar en la basura.

    Hace una semana, desmontando mi casa para poder hacer unas obras poco postergables, encontré entre parches de Lucha Autónoma, chapas anti reformistas, argamboys y carteles de cuando el Sub comediante Marcos acababa de saltar al número uno de los cuarenta principales, unos recortes de la última etapa del Molo.

El Molotov durante años, pero no siempre, emparejado con la agencia UPA de contra información fue, para el movimiento autónomo desde la segunda mitad de los años ochenta hasta principios del siglo veintiuno, una fuente de información vital. Un nexo de unión simbólico entre ese universo de colectivos aislados en pueblos y barrios antes de la llegada de Internet. El no periódico del movimiento incipiente, dónde todxs queríamos leer nuestras acciones y que esperábamos ansiosxs cada mes o cada quince días.

    El proyecto pasó por distintos formatos. Fanzine, boletín casi tipo telex, periódico mensual... En algunas de esas etapas tuvo una sección conocida por “El madero del Molo”.  La mentada sección consistía, casi siempre, en utilizar noticias reales encontradas en la prensa burguesa que dieran parte de pifias cometidas por las fuerzas de seguridad del estado (toneladas de cocaína que desaparecían mágicamente de dependencias policiales, casos de nepotismo, y “torrentadas” varias) y narrarlas con sentido del humor y sátira.

    En la última etapa del Molo colaboré activamente en esa sección siendo una de las personas que trataba de sacar de la chistera algo de humor de aquellas barrabasadas cotidianas. Los recortes del Molo que he encontrado se corresponden, de hecho, a dos de dichas colaboraciones. Por desgracia solo tengo estos dos en mi poder, el resto estarán dónde quiera que se guarden los archivos del Molotov, y no son los dos que mejor me quedaron. El que no pienso compartir es bastante flojo.

    A continuación transcribiré literalmente, erratas incluidas, el que, en su día, me consta que hizo reír por su mala baba a un par de amigos cercanos y a mi compañera de piso de entonces, militante del mentado colectivo.

    Pero antes de eso, consciente de que me lee gente que en aquellos años eran criaturas de Dios o ni habían nacido siquiera, haré alguna aclaración básica para ayudar a entender algunos de los chistes. En las referencias musicales ya no me meto que se me va la entrada del blog a la wikipedia directamente.

    El personaje principal del chascarrillo, Antonio Guirado, es un ex policía municipal de Olot (provincia de Gerona) que además de lo que se satiriza en esta entrada formó parte de una banda de secuestradores que mantuvo retenida durante más de un año a una farmacéutica de la localidad. Evidentemente estando en activo en la policía.

    También se hace referencia a la UCIFA, unidad de la Guardia Civil especializada en la lucha contra el narcotráfico, que fue desarticulada, y sus miembros encarcelados, por tráfico de drogas.

    “El Nani” era un atracador de joyerías más que presuntamente asesinado por miembros de la Policía Nacional allá por 1983. Se hizo una película en su momento y un documental más recientemente. Más datos sobre ambos en Filmaffinity o IMBD.

    Se hace mención al grupo anti atracos de Madrid cuyos miembros, durante los años de la transición, fueron sospechosos de estar demasiado implicados en su labor pero, digamos lo suavemente, como víctimas del síndrome de Estocolmo.

    Por último se menciona a “El Dioni”, un guardia de seguridad que se ganó el cariño y la admiración de todos los españoles cuando en 1989 se largó con el furgón de la empresa para la que trabajaba cargado con la nada desdeñable cantidad de trescientos millones de pesetas. Una pasta. Cómo la alegría dura poco en la casa del pobre, y menos aún si además se es calvo y estrábico, fue capturado en Brasil y traído de vuelta a España unos meses después. Supongo que para que todos dejásemos de soñar con ser seguratas y con robar a nuestros jefes. Hasta Sabina le dedicó una canción.

    Dicho esto paso a transcribir el artículo titulado “Munipa, coge el dinero y corre” pidiendo, eso si, que sean ustedes magnánimos. Yo no tenía aún un cuarto de siglo y, cómo decía Chaplin, es más difícil hacer reír que hacer llorar. Vamos allá:

    
    En este Madero del Molo vuelve  la carga un conocido Cop-Star que en esta ocasión se hace acompañar de teloneros para darle más gracia al que ya, desde sus primeros días, fue un clásico de las extravagancias y originalidades con las que los miembros de los cuerpos de seguridad del estado acostumbran a deleitarnos día si, día también, desde tiempos inmemoriales llenando de alegría las soporíferas páginas de los diarios que se pretenden serios.

    Cómo decía, el clásico de los noventa al que me refiero no es otro que Antoni Guirado, el policía municipal de Olot que saltó a la fama con su single Hago un secuestro pero si en mi puesto, con el que logró mantenerse en la portada de todos los periódicos y noticieros durante meses. Primero como autor anónimo y, tras el esclarecimiento de los hechos, como líder indiscutible de la mala imitación de la banda de Los Apandadores con la que se juntó. Así pues se ha asegurado el regreso a la palestra mediático-informativa con la edición de una con una obra que realizó mucho antes de saltar a la fama y que lleva por nombre Coge el dinero y corre, en la que Toni junto a otros dos agentes de la misma policía municipal termina de vaciar la caja registradora de un comercio recientemente atracado al que habían acudido para realizar las pertinentes diligencias.

    También desde Olot nos llega el caso de una joven promesa local (policía, se entiende) de nombre Manuel Busoms quien se ha atrevido con un maxi titulado Estafa a la compañía aseguradora en que es acusado por haber cometido supuestamente ese delito.
    
    Semejante explosión artística preconiza lo que podría ser una new age de cantautores protesta que van más allá del mero enriquecimiento personal y en sus obras tratan temas como la expropiación a la pequeña burguesía contra revolucionaria y la estafa a las grandes empresas oligopólicas por medio de la acción directa, recordándonos los viejos tiempos de la “transacción a la democrática” cuando surgieron grandes bandas de punk hoy olvidadas como la Brigada Anti-robo de Madrid.

    Solo falta ver que hará la crítica judicial, que al parecer ya ha emprendido acciones contra estos innovadores del abuso de poder, y las grandes casas discográficas como Producciones Beneméritas (que produjo entre otros el afamado hit La UCIFA se la esnifa) o Discos Nacionales (con su gran éxito ¿Dónde estará mi Nani?), que probablemente no se quedarán de brazos cruzados y contra atacarán con algún golpe comercial.

    En cualquier caso, es esperanzador ver como a pesar de las dificultades las nuevas generaciones van abriendo un hueco en la escena estatal y siguen la estela del que para mi es y será el mejor de los que se atrevieron a romper los moldes establecidos, El Dioni (a ver cuando te volvemos a ver por Tómbola, majete),  que estará siempre en nuestros corazones.

    Sin nada más que decir, hasta el próximo número.
    
        EL QUE VIGILA A LOS VIGILANTES

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