Llega el verano y, con el verano, llegan las canciones horteras, las noches sin dormir, los amores tórridos entre la gente joven y los duelos. Si, los duelos. Porque, en nuestro país al menos, la llegada del verano viene acompañada de finales de ciclo vital. Finales de curso y finales de temporada, que suponen muchas veces la ruptura con una etapa y con mucha gente a la que, en esta sociedad urbana, la mayoría de las veces, dejaremos de ver para siempre o casi. Es cómo un rito de paso.
En mi caso, además, los duelos más difíciles ya sea por ruptura amorosa, fallecimientos de seres queridos y cambios de etapa se han producido, por caprichos del destino, casi siempre en verano o a sus puertas. Este año se ha vuelto a repetir.
El doce de junio, después de once o doce años, no lo se muy bien, he cerrado mi andadura en Alacrán. Quienes me conocéis bien sabéis de sobra lo importante que era para mi ese proyecto que, de hecho, ha sido en el que más tiempo he estado y al que más energía he dedicado en toda mi vida militante.
No voy a entrar demasiado en los motivos porque no nos aportaría demasiado. La historia la resumiría fenomenal cierta canción de Mercedes Sosa.
Una parte importante de la gente que gestiona el proyecto ha decidido un camino para Alacrán que yo no comparto y, dado que son mayoría, y no quiero militar en un espacio en cuyo día a día no estoy de acuerdo, por mi salud mental y por la del resto, he decidido que me voy. No voy a quedarme para generar frustración, dolor y enfado mutuo que acabe en rupturas insanas y que puedan dañar a un proyecto al que he dado tanto y que, al dejarlo, he llorado tanto también.
Sólo el tiempo dirá que camino era el mejor para Alacrán pero, desde luego, mi decisión es la correcta.
He pasado toda mi vida adulta intentando, con más o menos habilidad, construir un mundo mejor. Peleando junto a cuatro gatos contra molinos que resultaron ser gigantes, en batallas dónde la razón y la justicia casi siempre estaban de nuestro lado y la fuerza para ganarlas no.
Mi primer acto militante fue a los catorce y, de manera constante, empecé estar organizado un año después, a los quince. Menos en partidos políticos, grupos ecologistas, organizaciones armadas y, por motivos obvios, colectivos feministas creo que he tocado todos los palos posibles. Siempre con una visión anarquista de la vida y de la lucha que, una vez más, como cantaba la cantautora argentina, nunca ha sido la misma.
Son ya más de treinta años peleando a la contra en los que hemos vivido muchas derrotas, algunas, pocas, maravillosas victorias y en las que gran parte de la que la gente con la que empecé, puede que la mayoría, decidieron que su vida valía más que una lucha romántica con más penas que glorias y evolucionaron hacía una vida, si no más feliz, al menos espero que más tranquila.
Con este bagaje, carente del glamour de quienes asaltaron el palacio de invierno en 1917, colectivizaron el campo aragonés durante la mal llamada revolución española o entraron en Managua en el verano del 79, puedo decir que lo mejor que he hecho en mi vida ha sido mi trabajo con la chavalada de Alacrán. Un trabajo que yo sólo no hubiese podido hacer. Esta colaboración merece un reconocimiento a todas esas personas que hicimos este camino juntxs.
La primera persona a quien debo dar las gracias es a Rubén. Ahora ya no hay amistad y, sospecho, que quizá nunca se recupere pero me niego a permitir que un mal final eclipse todo lo bueno que hubo antes, durante treinta años en común. El hizo que me incorporase a Alacrán. Primero en apoyo escolar, luego como socio y entrenador y, finalmente, con una insistencia terrible, a la junta directiva. Sin todos esos anzuelos que yo piqué con gusto jamás estaríamos aquí ni habría conocido a una gente joven tan perdida como maravillosa. Así que, sin dudarlo, gracias.
Después de Rubén, como no, está Cambro. Me pregunto, cómo cantaba Silvio, “Si alguien roba comida y después da la vida¿qué hacer?”. Y me respondo, una vez más, que una cosa es la dureza merecida de la pena dictada y otra, inaceptable, negar todo lo bueno que hizo hasta entonces. Sin el y sin Silvia quizá nunca hubiesemos tenido una categoría femenina más allá del senior. Esa puerta que abrieron nunca sabremos a ciencia cierta cuantas adolescencias ha ayudado a mejorar. Además, pese a todo, fuiste un gran coordinador de entrenadores en el aspecto humano y se te echa en falta.
A Silvia debo darle las gracias por recoger el guante. Por volver cuando lo propuse y por el casi año en la junta. Un año bastante difícil, la verdad. No comparto el camino elegido pero sigo pensando que tiene un gran corazón. Que menos que desear suerte a quien tiene en sus manos el fruto de tanto trabajo colectivo.
Cómo no a Charly, amigo de la adolescencia, compañero de mesa de juego e ideales de vida, pareja de baile en los banquillos masculinos durante un tiempo sin cuya mirada, a ratos, hubiera creído estar volviéndome loco en los últimos tiempos. Gracias por las conversaciones, las devoluciones y tus puntos de vista.
La última “adulta” alacranera a quien quiero agradecer aquí y ahora es a Begoña, la cara de la entidad en la cabalgata. Siempre he sospechado que mi primer año de apoyo tuvo que desplegar tanta paciencia, o más, conmigo que con lxs crixs y, tiempo después, siempre fue un báculo cuando la necesitamos en los tiempos duros que nos tocó bandear en la junta.
Una vez cerrado el capítulo de lxs adultxs, y estando seguro de que me dejo gente digna de ser mencionada, pasaré a dar las gracias a quienes dan sentido a todo esto, la chavaleria.
No olvidaré nunca a Roberto, mi primer segundo, el único que no llegó nunca tarde a ningún partido o entrenamiento, salvo el día que nos dieron el titulo de sub campeonas de liga. Eres un grande.
Ni a Juan Peta que más que un equipo de fútbol sala parecía, por lo que sea, que entrenaba opositoras a policía. Gracias, como no, por la mudanza del año pasado. Y por el cariño que me has devuelto, exactamente igual que Clavijo, Raúl, Joni, Eva, Aimen, Isa, Óscar Molina, Óscar llorón, Vero, y Maxi, allá por dónde andes.
Gracias a ti también Lore que, desde el desconocimiento mutuo y las dudas iniciales, confiaste en mi y montamos uno de los mejores equipos técnicos que ha visto Alacrán. Sólo se nos escapó Gloria, que nos dejó, para irse a trabajar, sin su risa y su perreo en los corners, justo antes de que ganasemos la liga invictas.
A mi pitbull, que en seis años hemos pasado de no querer estudiar ni hablar las cosas porque NO VALE PARA NADA, a tener la EVAU hecha y ser una cotorrilla cabreada que hasta me llama por teléfono para cotillear por los parques de Hortaleza.
Qué decirte Irina que no sepas tu ya y todo Alacrán. Seis años de broncas, gruñidos, confrontaciones, lagrimas y gritos para acabar entrenando juntos a las gremlins del infantil llevando tu la batuta, con Hugo cómo escudero. Verte de entrenadora, cuidando a las niñas, gestionando tu competitividad de manera magistral, escuchando sus necesidades, controlando las frustraciones propias y ajenas y, sobre todo, aplicando tu todas las cosas que como jugadora me decías que no valían para nada ha sido la leche.
Y a Aida. Nunca te he entrenado y, sin embargo, con dos gestos me dejaste claro que he hecho algunas cosas bien con la adolescencia de este club. Gracias por confiar en mi, por escucharme, por los kebabs y por mantenerme al tanto de los por menores de tu tracto intestinal, eso une mucho.
Por último, claro está, gracias infinitas a las jugadoras que han entrenado en el Conde de Orgáz esta temporada 24/25.
A las infantiles que venían con cartel de complicadas y sólo necesitabais un poco de energía positiva, a las cadetes a las que no entrenaba yo pero que siempre me lo pusisteis fácil, menos en los partidos oficiales contra vosotras. Os voy a echar de menos, sobre todo a Lydia, Daniela (os pongo juntas, si) Dijana y Pybon (Paula e Ybonne, ellas saben el porqué). Y, evidentemente, al juvenil y las tres mayores acopladas.
No era fácil. Muchas jugadoras nuevas, muchas expectativas por el año anterior y muchas mochilas llenas de problemas. Os lo dije en persona el día que nos eliminaron de copa y lo diré siempre. Era un equipo llamado a no existir en enero pero seguisteis. Lo disteis todo en el campo pero, sobre todo, y eso es lo importante, fuera, en el día a día y entre vosotrxs.
Así que Bombera (Alba), Patatitas (Dulce), Daniela, Patas Cortas (Eli), Esperanza (gracias por esas pedazo de cartas), Minera (Ilune), Purpurino (Hugo), La hetero (Luisa), Ainara, Idaira, Carolyne, Lucía, Iris, Zaira, Noa e Irina, sencillamente, gracias por todos estos años y por las preciosas palabras que me dedicasteis.
Palabras que ahora, con vuestro permiso ya confirmado, voy a reproducir aquí para todas aquellas personas que me quieren, me leen y no pudieron estar cuando lloré escuchándoos.
Lo que escribisteis de fiesta, a la seis de la mañana, en las fiestas de Hortaleza, lo copio aquí, con mi nombre cambiado. La otra despedida, más descansadas y un poquito menos eufóricas, que os vinisteis muy arriba,la que me leísteis en el local la pongo en la foto que acompaña la entrada.
Vamos al lio:
![]() |
El juvenil femenino, campeonxs de liga |
Tu eres realmente la viva imagen de Alacrán. Debido a tu empatía has generado que todo el mundo te quiera. por tu disponibilidad hacia nosotras incluso un sábado a las tres de la madrugada (nada turbio) y también por la forma en que transmites lo que piensas sin gritarnos ni condicionar nuestra opinión.
Al final de esta temporada nos has transmitido lo orgulloso que estás de nosotras por seguir unidas a pesar de todos los problemas que tuvimos pero la verdadera razón por la que seguimos adelante es porque tenemos el mejor puto entrenador que puede haber, el verdadero pilar de este equipo y esta asociación.
Contigo hemos empezado y cerrado la etapa de adolescencia, siendo tanto nuestro entrenador como psicólogo, ayudándonos a madurar y expresar nuestros sentimientos de una forma sana. Te queremos skineto, nunca se nos olvidaran estos años.
Y skineto, aunque eres un poco tontito, te queremos con nuestro corazoncito.”
Para terminar decir que se que me dejo a mucha gente sin mencionar. A mucha chavalada que quizá se siente reflejada y a otra chavalada a la que no supe llegar, o la cagué y les hice daño. Porque a fin de cuentas somos mortales y metemos la pata, aunque sea con la mejor intención. Pero no puedo, ni quiero, citar a todo el mundo.
A quienes fallé, pediros disculpas por no haber sabido hacerlo mejor.
Y a quienes si llegué, aunque fuese un poco, daros las gracias también. Habéis sido más de doscientxs chicxs en este periodo entre aulas y campos. Compartiendo derrotas deportivas, males de amores, problemas en casa, resultados académicos (muchas veces catastróficos), dudas y miedo al futuro en tiempos de mierda, con una pandemia, campas urbanos, peleas, llantos y risas. También muchas risas. Os debo un montón.
Gracias por todo. Por aguantar mis liosos entrenamientos, mis despistes en los partidos, mis cagadas en los cambios, mis chapas en los entrenamientos y después de los partidos, mis enfados y mi humor sarcástico, políticamente incorrecto. Gracias por aceptarme como soy y abrirme vuestro corazón. Gracias por demostrar de nuevo, sin saberlo ni habéroslo propuesto, que lxs anarquistas tenemos razón y que la educación y el ejemplo son el único camino.
No hay mayor alegría, ni mayor honor, para un adulto con dos dedos de frente que el que un grupo de adolescentes crucen la calle para saludarle, darle un abrazo y ponerle al día de sus cosas. Aunque nunca los haya entrenado. Me lo habéis concedido durante los últimos doce años. Incluso gente que nunca estuvo en la entidad y me conocieron por vosotrxs.
Termina mi etapa en Alacrán. Mi primer fin de ciclo vital en años dónde me voy con la conciencia satisfecha y la certeza, os la debo, de que he hecho razonablemente bien las cosas. Pero no termina mi compromiso con vosotrxs. Sabéis donde encontrarme.
Nos veremos por las calles y por los campos.
Un abrazo.
![]() |
Segunda carta de despedida |